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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tres hermanos (violentos)

Javier Vallejo

He aquí un espectáculo ágil, crudo y directo, representado a dos palmos del público y a tumba abierta. Empieza con un chiste y acaba como Medea. Daniel Veronese, su autor y director, lo ha escrito sin gastar tinta en digresiones, contando apenas lo justo sobre la identidad de sus personajes. Primero nos muestra su comportamiento, luego nos los presenta. Son tres hermanos y sus esposas, reunidos para cenar en casa de Roger, el menor, y de Bettina, que le saca 20 años. Ninguna de las parejas va bien. Ulrika, la mujer de Rainer, desea a Roger, quien, a su vez, busca a Lucera, jovencísima mujer de Iván, el primogénito. De esto nos vamos enterando mientras los hermanos se pegan y las mujeres se ofenden, agolpados todos en un saloncito de siete metros cuadrados. Como en las viviendas de clase media baja, apenas se mueven sin tropezar.

Mujeres soñaron caballos

Texto, dirección, luz y escenografía: Daniel Veronese. Con Celso Bugallo, María Figueras, Ginés García Millán, Andrés Herrera, Blanca Portillo y Susi Sánchez. CDN. Madrid. Teatro Valle-Inclán. Hasta el 3 de junio.

Más información
"El teatro tiene que ser un revulsivo, no sólo evasión"

En Mujeres soñaron caballos hay una violencia tremenda, muy bien expresada y administrada por sus intérpretes, que clavan cada personaje. Es un trabajo de equipo como se ven pocos. A Veronese le cabe el mérito de haber empastado en un nivel de verdad más que alto el trabajo de un elenco de procedencia diversa. Andrés Herrera dota de músculo a Roger, la bestia hiperactiva que no para de jugar al baloncesto en casa. Ginés García Millán (Rainer) salta de la depresión a la manía y tira porque le toca. Susi Sánchez (Bettina) es un 1,80 metros de abnegación y ternura. Blanca Portillo fragua esa mezcla de chispa y desquicie que es Ulrika, y María Figueras es una hoja de álamo temblón con un revólver en la mano. ¡Qué peligro! Menciono aparte a Celso Bugallo (Iván), tan frágil y cierto con sus muchos años en medio de la violenta disputa de sus hermanos.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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