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Reportaje:BLANCA PORTILLO | Actriz

"El teatro tiene que ser un revulsivo, no sólo evasión"

"En Buenos Aires vi Mujeres soñaron caballos... ¡Me quedé pegada a la butaca! Pedí que me presentaran a Daniel Veronese, con la idea clara de que quería trabajar con él... Nos presentaron... Él me había visto en La hija del aire en el San Martín... y, bueno, decidimos que queríamos trabajar juntos". Así cuenta la actriz, directora y productora Blanca Portillo (Madrid, 1963) cómo empezó su última aventura profesional. Mujeres soñaron caballos, escrita y dirigida por Veronese e interpretada por ella, Celso Bugallo, María Figueras, Ginés García Millán, Andrés Herrera y Susi Sánchez, y producida ahora en el Centro Dramático Nacional, se estrenó el jueves en la sala Francisco Nieva del teatro Valle-Inclán, de Madrid, donde permanecerá hasta el 3 de junio.

"La gran protagonista de 'Mujeres...' es la violencia generada en la intimidad"
"Mi maestro me decía que nunca hiciera 'cualquiercosismo', y lo tengo muy presente"
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La Portillo (ya va siendo hora de que se le llame así, con el artículo la antes del apellido, como a las grandes cómicas) no puede vivir sin sus proyectos teatrales humildes, abordados muchas veces con su productora Avance. Eso no significa que no le guste recibir la llamada de directores para actuar en grandes teatros. "Siempre tengo muy presente que mi maestro me repetía: 'Nunca hagas cualquiercosismo", dice en referencia al gran Pepe Estruch ("me regaló el sentido lúdico del teatro"). La actriz también considera maestros a José Luis Gómez, que le enseñó "el rigor en el trabajo", y a Jorge Lavelli, que le inculcó "la importancia del compromiso social de un actor con la cultura de su país". Desde que aprendió esas cosas no acepta nada, si lo que cuenta no le incumbe profundamente: "El teatro tiene que ser un revulsivo, no es evasión; para evadirse y fantasear ya está el parque de atracciones, el teatro está para pensar, lo cual no significa que no sea divertido, pero tiene que transformar al espectador".

Portillo está ahora bajo las órdenes de uno de los más grandes representantes de la nueva dramaturgia latinoamericana; Veronese, un nuevo pope del teatro. "Tiene un sentido teatral muy peculiar, sus obras están llenas de situaciones reales, de temas contundentes y candentes, pero además tiene una poética personal, original. Sus obras no son como la vida, son una lectura sobre la vida, pero están llenas de verdad, de mensajes que atraviesan el alma y el cerebro de quienes las ven. La construcción de sus textos es... diferente, se salta los cánones establecidos y crea su propio juego teatral", dice la actriz del autor al que ha producido Espía a una mujer que se mata, su versión de Tío Vania.

Para Portillo, la gran protagonista de Mujeres soñaron caballos... es la violencia: "Pero no esa violencia a la que ya casi nos hemos acostumbrado, la de las guerras vistas en televisión, los atentados, etcétera. Habla de la violencia que se genera en la intimidad de los seres humanos, en sus relaciones, entre las personas unidas por vínculos emocionales o familiares. La violencia cotidiana que no sabemos si viene generada desde fuera o somos nosotros mismos quienes, con esa violencia cotidiana, estamos creando un mundo violento".

Su personaje, Ulrika, una mujer provocadora y enérgica de una edad similar a la de Blanca, genera constantemente una tensión sorda que termina volviéndose contra ella: "Está llena de rabia, de cinismo, y sobre todo de violencia", dice Portillo convencida de que el ser humano es profundamente violento. "Y lo peor es que se está instalando en nosotros como un mecanismo de defensa; generamos violencia en situaciones absolutamente cotidianas... Es un asunto realmente alarmante".

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