El último en abandonar el rompehielos 'Almirante Irízar'
El capitán de un buque averiado y en llamas de la Armada argentina permanece a bordo tras ser evacuados 238 tripulantes y pasajeros
El capitán es el último en abandonar el barco. Esta vieja frase marinera ha sido cumplida al pie de la letra, y con creces, por el capitán Guillermo Tarapow quien durante más de 48 horas ha permanecido solo a bordo del Almirante Irízar, uno de los buques más emblemáticos de la Armada argentina envuelto en llamas desde el pasado martes por la noche en aguas del Atlántico Sur. Después de poner a salvo a toda la tripulación y pasajeros del buque, 238 personas, Tarapow se negó a abandonar la embarcación, el único rompehielos existente en Suramérica cuya labor es fundamental para abastecer de suministros y víveres a las bases argentinas en la Antártida. En una época en que la institución militar goza de escasa popularidad, el capitán se ha convertido en un héroe para la opinión pública argentina.
El accidente del 'Irízar' es un duro golpe para la presencia argentina en la Antártida
El Almirante Irízar es un rompehielos de doble casco construido en Finlandia en 1975 que tuvo un papel relevante en la guerra de las Malvinas donde sirvió como buque hospital. Volvía de la denominada Campaña Antártica -que coincide con el verano austral y consiste en reponer material, vituallas y reemplazar a los equipos que trabajan en las seis bases que Argentina tiene en la Antártida- cuando el pasado martes sobre las 10 de la noche hora local (tres de la madrugada en España) se declaró un incendio en el compartimento de generadores.
Con el barco a 140 millas náuticas de Puerto Madryn, en la Patagonia, y viendo que pasada una hora y media no era posible controlar las llamas, el capitán ordenó la evacuación de la tripulación y el pasaje, que incluía a científicos, periodistas y algunos niños que habían ganado un concurso literario cuyo premio era el viaje. Todos tuvieron que abordar las lanchas salvavidas en plena noche para ser rescatados por un petrolero y dos pesqueros que habían acudido a la llamada de auxilio del buque. Sin embargo y a pesar del peligro de la situación, Tarapow decidió permanecer a bordo del Irízar. "Cumple una antigua tradición marina", señaló el Ministerio de Defensa argentino.
Anoche, la Armada argentina trataba de evitar el hundimiento del buque, que había zarpado de Buenos Aires hace cuatro meses. Un destructor, dos corbetas y un remolcador se encontraban en las cercanías del buque siniestrado que fue abordado por un equipo de especialistas. Una vez que llegó la ayuda, el capitán Tarapow accedió a trasladarse a un navío cercano para, según confirmaron a este diario fuentes del ministerio de Defensa "tras una ducha y algo de descanso", volver a su nave.
El militar es hijo del capitán de navío descendiente de rusos Anatol Taparow quien además le impuso el nombre de Nelson como homenaje al histórico almirante británico. Se da la coincidencia de que su hermano Macerlo ha sido designado como futuro segundo comandante de la nave siniestrada.
Los náufragos llegaron en la madrugada de ayer, hora española, a territorio argentino. La ministra de Defensa, Nilda Garré, acudió a recibir a la tripulación al aeropuerto bonaerense de Ezeiza, mientras en Puerto Madrin, supervivientes civiles del siniestro destacaban el frío y el viento que habían soportado durante la evacuación de la nave. Un marinero de un pesquero uruguayo que participó en el rescate destacó ayer a Radio Continental el impacto que le produjo ver al Irízar completamente a oscuras, iluminado por las llamas sabiendo que su comandante permanecía a bordo.
El accidente del Almirante Irízar es un duro golpe para la presencia en la Antártida de Argentina, que mantiene una reclamación territorial sobre una parte del continente blanco. Las bases están preparadas para aguantar hasta dos años sin recibir suministros, aunque en la práctica nunca se han visto obligados a hacerlo. La Armada quiere remolcar el buque hasta Puerto Belgrano, base central de la Marina argentina, donde se dispone de las infraestructuras necesarias para repararlo.
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