La flor y nata
La flor y nata de la novillería sevillana encerrada en un cartel. Tres chavales del Aljarafe -Gerena, Espartinas y Camas-, con la vitola de toreros de pellizco y el sueño de tomar la antorcha de un mito viviente que huele a romero. Bien vestidos los tres, elegantes y parsimoniosos andares, aprendidos los ademanes, desplantes toreros... Pero los tres se fueron de vacío. Ohhh... Qué desilusión, qué pena y qué dolor para quienes tanto esperaban.
¿Qué fue lo que falló? Los toros, por supuesto, que son los primeros en tener la culpa de todo y, además, no se pueden defender. Es verdad que los novillos fueron, en general, una birria: muy flojos, muy sosos, mansurrones y de escasa codicia. Pero manejables, también, la mayoría de ellos. Y para la flor y nata de la novillería sevillana ése no debe ser un problema insalvable.
Torrehandilla / Luque, Espartinas, Soto
Novillos de Torrehandilla, correctos de presentación, flojos, mansos y descastados. Daniel Luque: gran estocada (vuelta); dos medias -aviso- y dos descabellos (ovación). Agustín de Espartinas: pinchazo y estocada baja (silencio); tres pinchazos y estocada (silencio). Oliva Soto: media baja, tres descabellos -aviso-, tres descabellos y el novillo se echa (silencio); pinchazo, media baja, dos descabellos y el novillos se echa (ovación). Plaza de la Maestranza. 13 de abril. 2ª corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
¿Qué falló entonces? Pues fallaron los novilleros, tan elegantes y parsimoniosos ellos, pero tan frágiles al mismo tiempo.
No hay que ser duro con los que empiezan. Claro que no, pero tampoco mentiroso. Los tres novilleros atisban clase y desprenden olor a torero. Pero una cosa es el olor y otra el sabor. Los tres se dejaron paladear poco.
Les faltó, quizá, temperamento, espíritu, corazón, decisión... Faltaron ganas de demostrar que quieren ser figuras por encima de todo. Y para eso, en una feria como la de Sevilla, hay que dejarse matar.
Pero la flor y nata de la novillería sevillana no dio ese paso adelante que separa a los aspirantes a figuras de los conformistas.
Lo intentó, es verdad, Daniel Luque, quizá el más hecho de los tres, en el cuarto de la tarde, con el que llegó a entenderse a mitad de faena con algunos derechazos y naturales de calidad, trazados con soltura y facilidad, aunque también fuera de cacho y escaso ceñimiento. Quedó la impresión de que el novillo daba para más, que era una oportunidad para poner la plaza boca abajo y se quedó donde estaba. Con esas intenciones avisó de que venía cuando recibió a su oponente con siete u ocho verónicas emocionantes ganando terreno hasta los medios. Pero eso fue lo mejor. Le pidieron la oreja del primero después de una gran estocada y una buena tanda con la derecha tirando bien de la embestida. Pero, una vez más, faltó consistencia y una labor conjuntada.
Poco pudo decir Agustín de Espartinas, al que tocó en suerte el lote más amorfo. Voluntarioso, como no podía ser menos, no tuvo opción de demostrar sus condiciones artísticas, que las tendrá. Tampoco se enfadó mucho, o, al menos, no lo pareció. Prefirió esperar a una mejor ocasión, de esas que a lo peor nunca llegan. Pero eso es lo que les enseñan, al parecer, a los novilleros de hoy.
Y cerró el cartel Oliva Soto, que llegó precedido de buena fama de torero de arte. Se hizo un lío con su primero, que brindó a su paisano Curro Romero, y se mostró nervioso, embarullado, precavido y con escasos recursos. Se rehizo en el último con la muleta -a la verónica pierde pasos que se las pela-, y toreó con gusto y sin arrebato, a pesar del entusiasmo de los paisanos, en varias tandas por ambas manos que dejaron un buen ambiente en la plaza. No fue una faena maciza y todo supo a poco. Además, mató mal, feamente, y el aburrido novillo se echó en la arena. Todo se desinfló.
La flor y la nata decepcionó porque se esperaba un triunfo grande y los tres salieron en silencio camino del hotel.
LA CORRIDA DE MAÑANA Toros de José Luis Pereda, para Uceda Leal, Antonio Ferrera y Antonio Barrera. A las seis y media de la tarde. El festejo será retransmitido en directo por Digital +.
Babelia
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