"Las bandas son un referente poderoso, porque son una hermandad"

El italiano Mauro Cerbino, profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Quito, lleva años estudiando a las organizaciones juveniles callejeras y ha hecho cientos de entrevistas a miembros de estos grupos en Ecuador y en España. Éstas son algunas de sus conclusiones.

Pregunta. ¿Cómo caracterizaría a los hijos de inmigrantes que no ven a sus padres durante años, un fenómeno bastante común y creciente en países como Ecuador o Bolivia?

Respuesta. Hay dos tipos de jóvenes producto de la inmigración de los padres durante los últimos cinco o siete años, principalmente a España e Italia. Unos son los que forman pandillas, que básicamente se dedican al vandalismo y que pueden llegar a cometer algunos delitos menores. Los otros se unen a organizaciones como los Latin King, donde se sienten parte de algo que les contiene y comprende. En ambos casos, muchas veces, los chicos sienten la necesidad de echarse a la calle y agruparse porque, en ausencia de sus padres, viven con sus abuelos u otros familiares con quienes no se sienten a gusto.

P. Pero muchos, una vez que se reúnen con sus padres, siguen perteneciendo a estas organizaciones...

R. El problema de estos jóvenes cuando llegan a España es que siguen estando solos. Aunque hay políticas de reagrupación, éstas no son eficaces. El chico o la chica llegan y al día siguiente ya no ven a la madre o el padre, que casi seguro trabajan fuera todo el día. Los padres pueden inscribirlos en una escuela, pero eso no es suficiente para lograr la integración del joven inmigrante. Los adolescentes ecuatorianos, la gran mayoría, se sienten totalmente perdidos cuando llegan a España: no entienden cómo funciona la escuela y hasta el idioma, aunque parezca descabellado lo que digo, les es extraño. Hablan un español insuficiente, que los españoles entienden poco o nada... En resumen, son jóvenes que se pasan en Ecuador cinco o siete años sin ver a sus padres y cuando se reúnen con ellos en España tampoco los ven. Son chicos que se pasan la vida buscando un referente y los Latin King son un referente poderosísimo, porque son una hermandad. Los reyes son los padres que no tuvieron y los hermanos de la organización suplen a los hermanos de sangre. Una vez, un joven ecuatoriano detenido en un centro de Barcelona me contó que su madre se había ido cuando él tenía 12 años. Cinco años después, a los 17, se reúne con ella. Pero cuando llega al aeropuerto del Prat, ni él reconoce de inmediato a su madre y ni ella a él. Este primer desencuentro es el origen de un gran desencuentro que lo lleva a apartarse definitivamente de su madre y lanzarse a la calle. Sólo en Cataluña hay unos 50.000 chicos con una historia parecida.

P. ¿Y qué se puede hacer para cambiar esta situación?

R. En Ecuador, en toda América del Sur, los jóvenes se entretienen mucho en la calle. Al no tener dinero para ir a una cafetería, al cine, o lo que sea, la calle es su único entretenimiento, el único escenario donde ellos pueden expresarse. Pero en Europa esto está muy mal visto y los jóvenes latinoamericanos no sólo perciben este rechazo sino que lo desafían: se apropian de una calle, de un parque, y ello conduce a los enfrentamientos con los autóctonos u otras organizaciones. Todo, en el fondo, es un síntoma de los graves problemas de integración que hay en España. Yo no creo en un Estado paternalista, pero creo que las autoridades españolas deben hacer un gran esfuerzo para poder ofrecer a estos chicos centros donde puedan reunirse, entretenerse y aprender, del estilo de los centros de la juventud catalanes, como primer paso para sacarlos de la calle. Hecho esto, lo segundo será ofrecerles oportunidades para estudiar algo o conseguir un empleo.