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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Moteros levemente intranquilos

Con la publicación en 1990 de su libro Iron John: A book about men, el poeta Robert Bly intentó reivindicar una suerte de neo-virilidad para los tiempos de la auto-ayuda y la corrección política. Bly abogaba por un retorno a las esencias de la masculinidad en forzada armonía con las conquistas del feminismo. Los personajes de Cerdos salvajes podrían ser el perfecto target de mercado de la filosofía de Bly: un catálogo de fracasos de mediana edad dispuesto a vivir su último rito de paso, un viaje costa a costa que reforzará lazos viriles, les reconciliará con su bárbaro interior y les devolverá a un hogar por fin reformulado como territorio del descanso del guerrero. En cierto sentido, tanto el cuarteto protagonista como la propia existencia de Cerdos salvajes son un claro síntoma de que, como afirmaría Bly, la masculinidad no es lo que era. El viaje de los (anti)héroes, en este caso, no hace sino espolear sospechas sobre su posible condición homosexual. Buena parte de la elemental (pero eficaz) comicidad de la propuesta se apoya en ese equívoco.

CERDOS SALVAJES

Dirección: Walkd Becker. Intérpretes: John Travolta, Tim Allen, William H. Macy, Martin Lawrence. Género: comedia. Estados Unidos, 2007. Duración: 100 minutos.

Si la masculinidad no es lo que era es porque, de hecho, ya nada es lo que era. Quizá a algún espectador que aún tenga cierta fe en la integridad de algo (o de alguien) le choque la presencia de Peter Fonda como deus ex máchina en una película que no se toma demasiado en serio la filosofía easyrider. A dicho espectador le convendría saber que los Ángeles del Infierno demandaron a la Disney para impedir que su nombre se invocara en vano en esta comedia conservadora, inocua, sorprendentemente bien escrita y, a menudo, más que correcta. Que los Ángeles del Infierno se defiendan con las armas de la cultura del litigio extiende un contundente certificado de defunción sobre toda creencia en una autenticidad ajena a erosiones. De hecho, uno de los grandes logros de la cultura americana es el empaquetado de la autenticidad. La autenticidad como una de las muchas formas del simulacro.

Los personajes de Cerdos salvajes viven su experiencia motera como un simulacro de libertad que les reafirma como perdedores de lujo. El filme se complace demasiado en celebrar lo que no debería ser celebrado, pero sería miserable no reconocer que, en su registro, funciona como una Harley recién salida de fábrica.

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