Agitación lingüística
Como la política lingüística en Cataluña y Euskadi suele ser un factor seguro de crispación, resulta aconsejable tratar informativamente esta cuestión con dosis elevadas de profesionalidad periodística, reflexión y cuidado argumental. El reportaje Ciudadanos de segunda, emitido por el canal público Telemadrid el pasado lunes, fue un ejemplo de todo lo contrario. Los autores del reportaje -producido por El Mundo TV- buscaron a personajes públicos caracterizados por sus opiniones radicales, utilizaron el micrófono oculto para realizar una supuesta investigación y se esmeraron, sobre todo, en buscar argumentos que sirvieran a una tesis previa a su realización y a eludir los que pudieran conducir a la conclusión contraria. Se trataba de demostrar a cualquier precio que en Cataluña existe una feroz discriminación universal en función de la lengua y simplemente se aplicó a ello con la fe de quien se cree llamado a cumplir una misión superior.
Quienes denunciaban la marginación de los castellanohablantes esgrimieron casos sin duda preocupantes, pero de complicada elevación a categoría; y entre quienes defendían los argumentos de los catalanohablantes algunos lo hicieron de forma tan hiriente -que se vayan de Cataluña quienes no quieran aprender el catalán, llegó a decir uno de ellos- que parecían directamente reclutados para reforzar las posiciones de quienes protestan por el segregacionismo del castellano. La imagen resultante fue de un enfrentamiento sectario que tiene poco que ver con la realidad catalana, pero que contribuye a consolidar la imagen excluyente de los nacionalismos que con tanta estridencia se vocea desde el PP.
No es desde un espíritu de cruzada como es posible plantear y debatir sobre la cuestión de las políticas lingüísticas en España.
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