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Tribuna:El debate sobre el urbanismo
Tribuna
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En tiempos de tribulación, no hacer mudanza

Así reza, si no me equivoco, un proverbio oriental lleno de sabiduría. Sabiduría que, por lo visto, no necesitan nuestros próceres y mandatarios en materia asaz conocida y sensible: el urbanismo. Se acerca el día D y su espíritu inquieto les aconseja no hacer ni pajolero caso al susodicho proverbio, hinchar pecho y tirar por la vía de en medio perseverando en sus errores e introduciendo continuas peoras. ¿Prisas? ¿Deseo de cumplir sus promesas? ¿Mensaje de tranquilidad a los promotores? ¡Chi lo sá!

Los tiempos de tribulación se convierten por esta vía en tiempos de salvajadas. Cómo calificar, si no, el que, a un mes del encuentro con las urnas, se nos regale el oído con la fantástica noticia de que el Nou Manises, el Nou Mil.lenni de Catarroja y el inefable proyecto de Sociópolis van viento en popa a toda vela por utilizar un símil muy del momento y rendir de paso un homenaje a quienes nos hicieron aprender de memoria tan añeja poesía.

El Nou Manises y el Nou Mil.lenni son, como todos ustedes saben, dos inventos del ínclito consejero [Rafael] Blasco utilizando la correspondiente reclasificación de terrenos (¡Viva la LRAU!) e introduciendo la innovación de una promoción "conjunta" entre el IVVSA y algunas promotoras privadas. Connivencia entre poder económico y político es la expresión que se impone. Dos adefesios urbanísticos de un mal entendido urbanismo "compacto" defendidos a capa y espada por aquello de cumplir la promesa electoral el Camps de las famosas 100.000 viviendas de VPO. En lugar de intervenir en el mercado de la vivienda moderando los comportamientos especulativos y primando la rehabilitación, el alquiler y otras menudencias, la respuesta es, una vez más, la huida hacia delante. Además, en el caso del Nou Mil.lenni la posible afección paisajística y la proximidad del parque natural de L'Albufera le añaden un poco más de morbo al asunto, si cabe

Las novedades no acaban en Manises y Catarroja. Nos tranquiliza sobremanera el saber que la salvajada de urbanizar el Brosquil de Cullera está "momentáneamente" paralizada porque "falta un aval". O sea que tendremos -si Dios no lo impide- Manhattan y Brosquil y Cullera será definitivamente la sede de un seminario internacional de gran altura sobre cómo no se debe hacer el desarrollo turístico. Fantástico.

Como no hay tres sin cuatro, parece que la próxima comisión autonómica de urbanismo también va a dar luz verde a las normas que regirán el invento de Sociópolis, triste invento (vayan a La Torre y vean el solar y el entorno) que acabará siendo un gueto por mucha poesía de integración de jóvenes y viejos, mucha huerta camuflada entre bloques y mucha pompa (no digo que inmerecida) que tengan los proyectos estelares que componen tan singular iniciativa. Con todos mis respetos a Vicente Guallart (impulsor del tema ex aequo con Blasco), los tiempos de las new towns ya han pasado y si se quiere integrar, ahí tienen el campo inmenso de la rehabilitación urbana en barrios degradados de los que nadie se acuerda.

No todas las alegrías nos van a venir del mismo lado. Puestos a hacer salvajadas, el último y movido pleno del Ayuntamiento de Alboraia (virtualmente tomado por la policía local) marcó un hito en la cadena de despropósitos a que nos tiene acostumbrados la patria chica de la chufa y la horchata. Por aquello de la memoria, déjenme utilizar la moviola. Primero (antes de 1979) fue un infame polígono industrial y la fantástica villa marinera de Saplaya que fue densificándose hasta hacerse destino casi tan cutre como las playas de la Pobla de Farnals y El Puig. La instalación de Alcampo le añadió algo más que unas gotas de irracionalidad localizativa y congestión viaria. Era la otra Alboraia. La de siempre, crecía sin pena ni gloria como ciudad dormitorio deglutiendo cuanta huerta fuera menester. Pero volvamos a la nueva Alboraia. En un alarde de descoordinación, Alboraia hace "su" paseo marítimo (rompiendo el diseño) y empieza a crecer la CBS (Ciudad de Bautista Soler) en la Patacona, nueva tierra de promisión. A fecha actual, se están edificando en segunda línea más de 2.000 nuevas viviendas por Mercado de Construcciones S. A. (también de Soler, faltaría más). Un bonito barrio colindante con la pletórica Malva-rosa. Pero la guinda es alucinante: el susodicho pleno aprueba el "convenio" por el que Alcampo se desplazará a una zona de huerta y, a cambio, tendremos una magnífica marina de 1.000 viviendas, Pero -y aquí el asombro- si no se cumple el convenio, el Ayuntamiento indemnizará a Alcampo con 100 millones de euros. Todo atado y bien atado por lo que pueda pasar en mayo. Presumo y confío que todo sea ilegal y nulo de pleno derecho porque no hay documento de planificación aprobado que lo ampare y la cosa huele a chapuza en do mayor.

Como ven, ni templanza, ni prudencia, ni respeto a los resultados del 27-M. Total, vamos a seguir mandando. Confío que los (e)lectores compartan mi indignación ante tanta salvajada y les paren los pies. Una cosa es edificar y construir el territorio con trellat y otra, este espectáculo dantesco. Luego se rasgan las vestiduras por el duro informe (todavía no hecho público) que han elaborado los enviados especiales del Unión Europea (y será el segundo). Es obvio que nos tienen manía y envidia. Franco lo tenía más claro. Lo mejor es la autarquía y no dejarse influir por la conspiración judeomasónica internacional.

Les juro que, de haberlo sabido, hubiera reservado el epíteto de urbanismo salvaje que utilicé en mi tesis en 1978 para referirme al periodo 1960-1975 para estos tristes tiempos. No veig benestar, veig tropel.líes.

Josep Sorribes es profesor de Economía Regional y Urbana de la Universidad de Valencia

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