Kazajistán lucha por resucitar el ramal norte del mar de Aral
Los intensivos regadíos en la época soviética dejaron sin agua los afluentes del lago interior
"¡Dejemos que el Aral muera de una manera hermosa!". La condena formulada en los sesenta por el ingeniero soviético Grigory Voropaev ha estado a punto de convertirse en realidad. Privado de sus dos aportadores de agua, los ríos Amur y Sir Daría, el mar interior parecía destinado a desaparecer. Esos cauces eran mucho más valiosos si se dedicaban a regar las inmensas llanuras de algodón, llamado el oro blanco de la estepa.
Pero el Gobierno de Kazajistán ha decidido salvar al menos una parte de este mar, el llamado pequeño mar de Aral, o ramal norte; alimentado tradicionalmente por el Sir Daría. Para ello cuenta con la ayuda de dos préstamos multimillonarios del Banco Mundial. El primero, de más de 50 millones de euros, fue otorgado en 1995, y permitió a este país construir una presa -el dique Kokaral- para separar en dos mitades el mar de Aral: el ramal sur o Gran Aral -en tierras de Kazajistán y Uzbekistán- y el Pequeño Aral o ramal norte, con el objetivo de elevar el nivel del agua y reducir los niveles de salinidad.
De esta forma, el Pequeño Aral, en territorio kazako, consiguió recuperar, según el Gobierno un 40% de su caudal original. Sin embargo, las obras de reconstrucción no eran suficientes. Por eso, el Banco Mundial ha decidido hacer otro préstamo al país centro asiático. Esta vez, casi 95 millones de euros, que permitirán devolver a la vida el antiguo puerto de Aralsk, un paraje convertido en un desierto de arena, que está actualmente a unos 40 kilómetros del límite del agua. Para la recuperación de este puerto, Kazajistán construirá un nuevo dique, que se calcula que recuperará Aralsk en 2010.
El mar de Aral ha perdido en los últimos 40 años la mitad de su superficie original. El desvío del cauce de los ríos Amur y Sir Daría y el progresivo desecamiento del Aral llevó a la ruina a más de tres millones de personas que vivían del mar. Desde 1961 a 1970 el nivel de agua del Aral se redujo una media de 20 centímetros al año. En la década de 1980 ya perdía 90 centímetros anuales. El agua que quedó estaba tan salinizada que 24 especies de peces que lo habitaban murieron y muchos barcos quedaron encallados en lo que hoy es un desierto que, si todo sale bien, volverá a la vida.
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