Madres corajes

La necesidad siempre encuentra su contrapartida criminal y las ansias de maternidad de las mujeres del Primer Mundo se topan de bruces cada día con las mafias y el contrabando de bebés del Tercer Mundo. Películas como las excelentes Casa de los babys (John Sayles, 2003) y Holy Lola (Bertrand Tavernier, 2004) se han ido haciendo eco de las dificultades, de los dolorosos trámites (i)legales y físicos sufridos por los padres en busca de prole. El argentino formado cinematográficamente en Francia Juan Solanas se une al grupo con la magnífica Nordeste, ambientada en una de las zonas más depauperadas de Argentina y protagonizada por una gran Carole Bouquet.

En clave de ficción, pero con una impactante impresión de documental, la película se alimenta de un guión sin cerrar en el apartado de los diálogos.

Una metodología, arriesgadísima pero muy eficaz, que lleva a que los actores (algunos de ellos no profesionales) expulsen sus frases con pausas y hasta tropezones, y que adquiere categoría de fabuloso hiperrealismo en la continua búsqueda de la palabra exacta de una Carole Bouquet sin un dominio claro del español. Nordeste narra en paralelo dos tramas (la compra del bebé y la paupérrima situación de una joven madre soltera y su hijo) que acaban cruzándose con naturalidad y, sobre todo, sin obviedad, a través de una historia que apenas tiene giros dramáticos y que fluye con una calmosa cadencia hasta el último cuarto de hora, cuando los acontecimientos se agolpan en un doloroso borbotón de penurias. El debutante Solanas (autor de El hombre sin cabeza, un premiadísimo corto radicalmente opuesto en fondo y forma a su primer largo) introduce además un elemento de reflexión que llegará sin duda a las conversaciones entre espectadores tras la proyección: ¿cuánto hay de necesidad y cuánto de egoísmo en la actitud de los padres adoptivos?