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La encuesta de mayo del 68

En la España nacionalcatólica los niños creían que el cura no vestía pantalon. Que era, por tanto, un ser aparte: Superhombre intocable hablando solemnemente en una lengua extraña (el latín), tonsurado y ordenado como la crema de la "sociedad perfecta". Así definió el Boletín Oficial del Estado en 1953 a la Iglesia católica al publicar como ley el texto del Concordato con el Estado de la Santa Sede, firmado aquel año.

Hoy esas percepciones han saltado por los aires. El mérito le cabe al Concilio Vaticano II, celebrado entre 1962 a 1962. La opinión de los curas actuales sobre aquel concilio es que "no llegó a cristalizar". Así lo creen dos de cada tres sacerdotes (66,8%) encuestados por 21rs. Otro 42,3% juzga a aquel concilio como revolucionario: "un gran acontecimiento eclesial no desarrollado de verdad, porque desde el interior de la Iglesia ha sido frenado tras los primeros años". Uno de cada cuatro curas siente que fue "una gran esperanza frustrada". Sólo el 2,5% opina que "fue más lejos de lo que debió haber ido".

No pensaban igual los 15.449 curas encuestados por la Conferencia Episcopal Española en mayo de 1968 -coincidiendo con el famoso Mayo francés-, por iniciativa de los cardenales Quiroga y Tarancón, entre otros arriesgados prelados. Los resultados de la consulta y el posterior concilio a la española, como se conoció a la Asamblea conjunta obispos-sacerdotes de aquel año, marcaron el camino del catolicismo español hacia la democracia.

Los obispos y Roma, con pavor, se enteraron entonces de que la mayoría del clero detestaba a la dictadura franquista (pronto cientos de curas lo pagarían con cárcel y multas); que el 38% calificaba a la jerarquía de regular, mala o muy mala; que el 47% era favorable al socialismo aún proscrito, y un 51% apoyaba a una monarquía todavía inexistente; que el 15% trabajaba con movimientos obreros, y que sólo el 5% era afín a la Falange. Éste era el partido único en una dictadura en cuyas instituciones -Cortes y Consejo del Movimiento- se sentaban los mas altos y orondos prelados de la Iglesia romana.

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