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Reportaje:IV CONGRESO DE LA LENGUA

El talón de Aquiles del español

Carles Geli

La lengua española es un gigante (más de 400 millones de hablantes) pero con talones de Aquiles (la ciencia, internet...), por lo que no está de más someterse a chequeo periódico. Eso, una revisión a fondo, no deja de ser el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, que desde el próximo lunes hasta el jueves se celebra en Cartagena de Indias (Colombia) y en el que se plantea, en un guiño lingüístico, casi una antinomia: Presente y futuro de la lengua española. Unidad en la diversidad. "Somos una sola lengua, fuerte, y lo será más cuanto más unitaria lo sea, pero el español también es una entelequia, es virtual, porque tiene matices distintos en los 21 países donde se habla y eso le da otro tipo de fuerza", expone para aclarar la supuesta contradicción Jaime Bernal Leongómez, secretario ejecutivo de la Academia Colombiana de la Lengua, anfitriona del evento. En esa rica dualidad se mueve el castellano que es mucho más unitario que otras lenguas, como el todopoderoso inglés, "menos puro, muy heterogéneo, deteriorado por la invasión de muchos vocablos y con poco control científico", apunta César Antonio Molina, director del Instituto Cervantes, institución motora del congreso. Ese cuidado lingüístico sí lo tiene el castellano, atención que en los últimos años se ha revestido de una política panhispánica que Bernal destaca y que se ha traducido ya en el Diccionario panhispánico de dudas y en la futura Nueva gramática de la lengua española que se ha aprobado esta semana en las actividades previas al congreso en Medellín.

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Homenaje y cita del mundo de la cultura

A Molina no se le escapa que la unidad de la lengua tiene una vertiente económica. "Un español internacional tiene ventajas, por ejemplo, en el campo audiovisual, como saben los venezolanos, que venden ahora más culebrones tras reducir en ellos la jerga local", ilustra. Otro factor económico lo genera la enseñanza. Brasil es un claro ejemplo: tras la aceptación del español como segunda lengua oficial, en los próximos años se necesitarán 200.000 profesores. En 10 años, se calcula que 50 millones de brasileños hablarán el castellano.

Ni qué decir que el caso de Brasil y la unidad lingüística y sus intersecciones se abordarán en las sesiones plenarias y, especialmente, en los paneles de un congreso que pondrá su otro gran foco en analizar allí donde el peso específico del castellano es de manera inquietante menor. Los famosos talones de Aquiles: el lenguaje científico, el ámbito diplomático y el mundo de internet. "Pagamos que somos países muy jóvenes y que nuestras condiciones socioeconómicas no nos han permitido ser potencias en lo tecnológico, por lo que todo eso en el campo lingüístico nos llega de prestado", reconoce Bernal. Las cifras lo ratifican: sólo el cinco por mil de las publicaciones científicas son en castellano, frente al once por mil en el caso francés, que tiene tres veces menos parlantes. El dominio del nomenclátor anglosajón y el cyberespanglish completan el cuadro.

"Hay que pedir militancia al científico y al político; en esos campos se pasa con pasmosa facilidad al inglés y deberíamos compatibilizarlo", apunta el director del Cervantes reclamando también implicación para ayudar a contrarrestar el déficit. "No se trata de una obligación sino de un derecho. Si alguien se considera perteneciente a una lengua y una cultura debería ayudar a manifestarlo". Un chequeo de mucho compromiso.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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