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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Todos a la derecha

El debate sobre ¿Por qué los intelectuales de izquierda se hacen de derechas? abierto por este diario, sólo es inteligible dentro del marco general de la derechización del mundo. Pero ahora dos puntos que me parecen esenciales. ¿De qué intelectuales hablamos, de los filósofos, de los científicos sociales, de los teóricos de la ciencia, de los analistas de la economía o de los intelectuales mediáticos que monopolizan las tribunas de los diarios y los espacios de la televisión? El decurso personal y profesional de estos últimos es, en todas partes, el mismo: un libro juvenil, ambicioso y rupturista, acompañado de una consistente implantación institucional en los espacios de la academia y en las estructuras del poder mediático y después un desierto teórico y científico que se puebla con una dedicación exclusiva a la difusión del saber convencional y a la pedagogía del pensamiento único. Estoy hablando de los intelectuales mediáticos españoles pero también franceses, italianos, alemanes, etcétera. Lo propio del intelectual mediático es abrazarse fervorosamente a una causa ideológica y política de segura aceptación por los poderes económicos y políticos y de amplia rentabilidad popular. Por otra parte, tengo que disentir de mi viejo amigo Ignacio Sotelo en dos aspectos. Su concepción de la secuencia derecha-izquierda, ritmada por una alternancia misteriosa y casi orgánica -ahora os toca a vosotros, luego a nosotros- cuando yo creía que él pensaba como yo que la primacía de una u otra dependía del resultado de la confrontación entre lo que califica de viejos litigios izquierda-derecha y que yo llamo el permanente antagonismo entre movimientos sociales de progreso y fuerzas reaccionarias, perfectamente identificables en la historia y la actualidad. No comparto tampoco su pesimismo sobre que hoy derecha e izquierda son indistinguibles, salvo si nos limitamos a las declaraciones y programas electorales de los partidos tradicionales, como tampoco acepto su afirmación sobre la opacidad de nuestro futuro que no es impredecible sino dramático. Por lo demás, hay que seguir oponiéndose, diga lo que diga la Vulgata reaccionaria, a que la clase dominante nos imponga, sobre todo hoy, gracias a sus think-tanks y a su control de los Media, su agenda política, sus temas ideológicos y el universo de sus ideas. En ello estoy con los amigos de la lista de Fernández Buey y con todos los que no se resignan.

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