Los expertos piden más tipos de becas, pero que el Estado controle las destinadas a garantizar la equidad
El modelo de becas y ayudas universitarias es "demasiado rígido" y no se adapta suficientemente a las necesidades del sistema y de los estudiantes. Por eso, los expertos de universidades y administraciones reunidos la semana pasada en Madrid en un seminario organizado por la Cátedra Unesco propusieron crear nuevos tipos de becas que respondieran a esas necesidades específicas y temporales que van surgiendo a los usuarios, y a la diferenciación y especialización de las universidades (con becas de movilidad, entre otras).
También plantearon ayudas que fomenten la matriculación en determinados estudios estratégicos. "Por ejemplo, en toda Europa se está hablando de la falta de futuros profesionales en ámbitos como las ciencias experimentales o la tecnología", explicó el director de la Cátedra Unesco, Francisco Michavila. Además, reclamaron nuevas formas de ayuda más allá de la clásica beca. Los préstamos para licenciados que quieran estudiar un máster, a devolver cuando el joven alcance un nivel mínimo de ingresos, que se empezarán conceder el próximo curso, son un buen comienzo para estas otras opciones, aseguró Michavila.
Toda esta diversificación saldría, sobre todo, de las comunidades autónomas, siguiendo el Gobierno central como encargado exclusivo del principal objetivo de estas ayudas, es decir, garantizar la igualdad en el acceso a los estudios universitarios. Así lo reclama el informe de diagnóstico del sistema español, algunas de cuyas conclusiones adelantó Michavila durante el seminario. "Salvando las distancias, incluso en sistemas tan descentralizados como el de EE UU, el Gobierno federal es el que gestiona el grueso de las becas y ayudas y los Estados completan y diversifican la oferta según sus necesidades, para colectivos concretos, por resultados académicos, etcétera", explicó Michavila.
Para llevar a cabo esta propuesta sería imprescindible, por consiguiente, una mayor coordinación entre el Gobierno, las comunidades autónomas y las propias universidades. Y, por supuesto, más fondos. La situación de partida que refleja el informe de diagnóstico, de 2003, es mala: España se situaba a la cola de la UE, junto a Grecia. En aquella fecha, España hubiera necesitado 156 millones de euros más para igualar el porcentaje del PIB que Francia destinaba a becas universitarias, 468 millones para igualar el de Italia y 936 millones, el de Alemania. "Sin embargo, creo que es de justicia reconocer que entre 2004 y 2007, el presupuesto para estas ayudas ha crecido en España un 34%, en 187 millones de euros, lo que refleja claramente un cambio de tendencia", aseguró Michavila.
Además, entre las recomendaciones de los expertos se encuentra la necesidad de facilitar un acceso sencillo de los interesados a la información y la tramitación de las ayudas. Y eliminar el carácter competitivo de las becas, es decir, que éstas no sean un número limitado a repartir entre los alumnos que cumplan los requisitos, sino que todos los alumnos que cumplan los requisitos tengan, por derecho, una beca.
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