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Al menos 59 muertos en una cadena de atentados en Irak

Los ataques se producen un día después de la cumbre para recuperar la seguridad en el país

Ángeles Espinosa

Al menos 59 iraquíes murieron ayer en diversos atentados en el país, apenas un día después de la conferencia internacional celebrada en Bagdad para ayudar a Irak a recuperar la seguridad. El ataque más grave volvió a tener como objetivo a los peregrinos chiíes que regresaban de Kerbala a la capital, lo que cuestiona la capacidad de los participantes en la reunión para controlar a los extremistas suníes. Un comunicado difundido por una alianza de esos grupos que actúan bajo el paraguas de Al Qaeda rechazó la cita como "un muro para garantizar la seguridad de Israel".

Bush ha solicitado un incremento adicional de fondos para enviar otros 4.700 soldados
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En Bagdad, las sirenas de las ambulancias no dejaron de sonar durante toda la mañana. Dos coches bomba y un terrorista suicida arrebataron la vida de 43 civiles en la capital, según la agencia France Presse. Los atentados se produjeron en zonas céntricas y concurridas de la ciudad. El más sangriento de ellos tuvo por objetivo un camión cargado de chiíes que regresaban de celebrar la peregrinación del Arbain en Kerbala y que, una vez atravesadas las zonas suníes, se sentían a salvo en Karrada, un barrio de mayoría chií. El coche bomba dejó 31 muertos y 25 heridos.

Otras 10 personas murieron cuando un suicida se hizo estallar en un minibús al noreste de la ciudad. En ambos casos, el objetivo eran civiles chiíes como viene siendo el caso desde hace meses, sin que el reciente refuerzo de la seguridad en Bagdad parezca haber surtido mucho efecto.

Las milicias chiíes, en especial el Ejército del Mahdi de Múqtada al Sáder, parecen haber acatado la orden de cesar los ataques de venganza por el momento. Sin embargo, los observadores dudan de que vayan a mantener el silencio si continúan las agresiones contra su comunidad.

En Mosul, 300 kilómetros al norte de Bagdad, se produjo un atentado de signo contrario. Un terrorista suicida, presumiblemente chií, atacó las oficinas del Partido Islámico, el principal grupo político suní de Irak. La explosión dejó tres guardas de seguridad muertos, aunque podía haber sido peor, ya que en ese momento numerosos miembros salían de una reunión. Las agresiones de la insurgencia suní han aumentado en las últimas semanas en esa ciudad multiconfesional.

Los incidentes de ayer, aunque tristemente habituales en Irak, ensombrecen los resultados de la conferencia sobre seguridad del día anterior. Ante un foro de países vecinos, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, exigió que acaben las injerencias y el apoyo a los grupos sectarios.

"Pedimos que los países de la región y otros cesen sus injerencias y sus intentos de influir en la situación política en Irak, apoyando a ciertas confesiones, etnias o grupos", manifestó Al Maliki.

Al concluir la reunión, todos los participantes se comprometieron a respetar la integridad territorial de Irak y reforzar la vigilancia de sus fronteras. Pero mientras Estados Unidos se concentraba en exigir a Irán que cese su respaldo y ayuda logística a las milicias chiíes, el representante de Teherán recordó los dobles raseros a la hora de clasificar a los grupos terroristas, significando que también debe frenarse a los extremistas suníes que reciben apoyo de Arabia Saudí, Jordania o Siria.

La reacción a la conferencia lo dejó claro. A pesar de la satisfacción general de los participantes por los resultados de la cita, una alianza de grupos suníes bajo el paraguas de Al Qaeda en Irak rechazó la reunión en un vídeo en Internet. El comunicado asegura que estaba destinada a "levantar un muro para garantizar la seguridad de Israel". Traducido: que la muestra de buena voluntad no les ha impresionado y que van a proseguir sus acciones violentas.

A estas alturas, los analistas coinciden en señalar que la violencia ha adquirido una dinámica propia y que los grupos responsables no responden a un control remoto aunque reciban ayuda del exterior. Sólo la implicación e inclusión de todos los iraquíes en el proyecto político puede frenar la sangría. Consciente de ello, Al Maliki anunció una reforma constitucional largamente exigida por los suníes, pero el tiempo corre y las heridas están empezando a gangrenarse.

Mientras, el presidente estadounidense, George W. Bush, ha solicitado a la Cámara de Representantes un incremento adicional de fondos para el despliegue de 8.200 soldados en Irak y Afganistán, según informaba ayer el diario The Washington Post. Del total, 4.700 irían destinados a Irak, junto con los 21.500 que Bush aprobó para su despliegue el pasado mes de enero.

Este aumento de tropas se centrará de forma casi exclusiva en tareas de adiestramiento de las fuerzas locales y en el control de los nuevos prisioneros iraquíes. Los 3.500 soldados restantes serán destinados al asesoramiento de las fuerzas de seguridad afganas, doblando así el número de soldados enviados al país.

Varios iraquíes heridos, ayer en el hospital local de Kirkuk (norte de Irak).
Varios iraquíes heridos, ayer en el hospital local de Kirkuk (norte de Irak).EFE

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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