Enganchados al doctor Google
“¡Hipocondriacos del mundo, uníos!”. Semejante reclamo ha congregado a miles de personas en un foro de Internet, con una exagerada preocupación por su salud y una exquisita sensibilidad para interpretar las mínimas señales que les envía su cuerpo como signo de amenaza. Uno de ellos confiesa haber atormentado a su médica de cabecera, convencido de tener “tres tumores en tres lugares diferentes”. La médica ?según cuenta el propio interesado?, tras revisar la abultada carpeta de información también salida de la Red y bregar entre la nutrida terminología clínica dominada por su paciente, consiguió sacar algo en claro y le recetó ansiolíticos.
Son los hipocondriacos de toda la vida, capaces de sentir como propios los síntomas de la enfermedad de un vecino, pero más sofisticados. Sus sospechas cuentan hoy con un aliado de lujo: Internet y sus motores de búsqueda: Google, el favorito. “Estas personas no son una creación de la tecnología, siempre han existido, pero ahora lo tienen más fácil”, explica el doctor Vicente Baos, del centro de salud de Villalba. Y agrega: “Algunos llegan en una postura de querer pillar al médico”.
Hace unos años, los hipocondriacos más ilustrados invertían en una enciclopedia o en el Manual de Merck, un clásico de la medicina que describe casi todas las enfermedades y sus tratamientos. Esos libros eran su refugio y alimento. Pero ahora se teclea en Google y éste habla. Las respuestas pueden ser infinitas, aunque de fiabilidad variada. El resultado: una persona apabullada por información más o menos científica, que llega a la consulta con un criterio formado acerca de su padecimiento y que prácticamente sólo busca en el facultativo una segunda opinión para confirmar lo que él ya cree saber.
El círculo vicioso. Aunque la hipocondría suele generar burlas, es un verdadero infierno para quien la sufre. “La sensación de estar enfermo se vive con angustia y ansiedad. Estos pacientes acaban percibiendo cierto rechazo por parte de los médicos”, explica Baos. Los hipocondriacos entran en una espiral interminable de consultas y comprobaciones médicas hasta que encuentran una respuesta que les tranquiliza, pero la paz sólo dura hasta la próxima señal perturbadora. La psicóloga Isabel Larraburu lo llama “el círculo infernal de la hipocondría”, y lo describe así: “El aspirante a enfermo se desvanece a la primera señal de perturbación homeostática. Vuelve a desarrollarse la inquietud y llegan las preguntas: ¿el médico lo habrá visto todo? ¿Será un buen profesional? No tarda mucho el probable enfermo en pedir una consulta con otro médico, a lo mejor de otra especialidad”.
Según el doctor Baos, más que hipocondría en el sentido más literal, lo que suele verse a diario en las consultas es el trastorno somatoforme. Así llaman en medicina a la expresión de ansiedad a través de múltiples síntomas físicos. “Lo sufre un alto porcentaje de la población”, asegura Baos. “Es esencial demostrarle al paciente que el temor y la ansiedad son el problema, no esa enfermedad oculta que nadie encuentra”.
¿Pacientes más enterados que el médico? “En algunas enfermedades como la diabetes, este comportamiento crece de forma exponencial”, asegura Albert Jovell, presidente del Foro Español de Pacientes. Resultado: los pacientes llegan al médico con la chuleta aprendida, una consecuencia inevitable de lo que hoy llamamos “sociedad de la información”. Los estudios demuestran que las indagaciones sobre enfermedades y medicamentos son de las más frecuentes en los buscadores de la Red. Quizá sea ese desmedido interés, junto a la abundancia de recursos de la industria farmacéutica ?patrocinadora de muchos portales sanitarios?, lo que genera una desmesurada información médica, seudomédica, interesada, seria, alarmista o casi milagrosa. Porque hay de todo. Jovell lo llama “voluptuosidad informativa”.
“Cuando un profesional se dedica a hacer una búsqueda seria en Internet, encuentra como promedio 280 referencias para un tema. Si alguien se mete en Google, encontraría cerca de 75.000. Se sabe que sobre el cáncer hay alrededor de 250 millones de webs registradas en este buscador”, explica Jovell. ¿Convierte el exceso de información en pacientes a personas sanas? Para los excesivamente angustiados por su salud, navegar entre tanta marea científica o seudocientífica puede generar más ansiedad. “Procesan la información de manera sesgada, por tanto se quedan con todo lo que genera temor y olvidan toda la que les pueda tranquilizar”, advierte la psicóloga Isabel Larraburu.
Para distinguir el grano de la paja se han creado sellos de garantía sobre la fiabilidad de una web de medicina. Por ejemplo, el HON (Health on the Ned) y el WMA (Web Médica Acreditada), creado en 1999 por el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona.
Sin embargo, Albert Jovell reconoce que la naturaleza dinámica de Internet no permite que estas garantías sean inamovibles. Entretanto, los miembros del foro ¡“Hipocondriacos del mundo, uníos!” se cuentan sus penas: “Mi doctora no viene en un par de semanas, ¿qué hacéis vosotros en las malas épocas? ¿Vais al médico?”. Respuesta: “Yo también me alarmo mucho cuando me noto algo raro? luego nunca es nada, pero me tiro al Google como un tigre a buscar soluciones, síntomas, lo que sea”.
Páginas ‘web’ con denominación de origen
El código ético más reconocido es el HON (Health On the Net). En España, el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona ha creado la Web Médica Acreditada (WMA).www.noah-health.org. Tiene una versión en castellano y funciona como guía de entrada a otras ‘webs’ sanitarias de calidad.www.ama-assn.org. Página oficial de la Asociación de Médicos Estadounidenses.www.universidadpacientes.org. Reúne páginas monográficas sobre enfermedades y varios buscadores de calidad.www.medlineplus.com. Excelente información para los no expertos en medicina.
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