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Reportaje:

Memoria de la Galicia libertaria

Homenaje ante el mar en A Coruña a la resistencia antifranquista de los pescadores gallegos

Un pueblo que olvida su pasado se condena a revivirlo. La frase de Winston Churchill, primer ministro británico en los terribles años de la Segunda Guerra Mundial, planeó anoche, sin que se llegara a citarse, sobre el mar del pequeño muelle de O Portiño, en A Coruña. Y estuvo presente también en la conciencia del centenar de personas que se congregaron allí para rememorar, 70 años después, un episodio dramático de la Guerra Civil española: la huida frustrada de unos 60 jóvenes gallegos que pretendían escapar de la feroz represión de los golpistas de 1936 a través de la única frontera democrática que quedaba en esta esquina de la España partida en dos, el mar.

Era la madrugada del 3 de marzo de 1937 y aún existen muchas lagunas, preguntas sin respuesta y detalles sin dilucidar, de lo que realmente ocurrió en esta parte trasera de la ciudad de A Coruña, en la ladera del monte de San Pedro de Visma.

Algunos murieron ahogados. Otros huyeron y más de una treintena fueron detenidos
19 de aquellos jóvenes obreros fueron fusilados al amanecer en el Campo da Rata

Aquella noche lluviosa, de oleaje revuelto, nunca llegaron los pesqueros bautizados Generoso y José Linares, que debían recoger a jóvenes militantes anarquistas para llevarlos hacia la vecina Asturias aún republicana o, en su defecto, hasta las costas francesas, en aquellas fechas todavía libres del de la ocupación de las tropas nazis.

Quien sí estaba, sin embargo, fue la Guardia Civil. O Portiño resultó ser punto de encuentro de una trampa mortal. Algunos se echaron al mar y murieron ahogados. Otros lograron escapar y esconderse, a veces sólo unos días. Y más de una treintena fueron detenidos.

Condenados en un juicio sumarísimo por rebelión militar con el agravante de "peligrosidad social", 19 de aquellos jóvenes obreros fueron fusilados al amanecer, siete meses después, en el Campo da Rata, en otra punta marítima de A Coruña, la de Herminia.

Las víctimas asesinadas de aquel trágico episodio no eran líderes políticos o sindicales, ni tampoco jóvenes que se manifestaban en la calle, recordó el historiador Eliseo Fernández. Sólo obreros y marineros procedentes de distintos puntos de Galicia que militaban por un mundo mejor en las filas de la anarquista CNT y anhelaban no verse atrapados por las camisas azules que dominaban la España franquista.

La sublevación militar de julio 1936 tardó pocos días en añadir Galicia al bando de los nacionales. Fue tan rápida la toma como la organización de las guerrillas anti-franquistas en las ciudades, en los montes y también en la costa de Galicia.

Anoche el emotivo acto organizado en O Portiño por la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica no sólo vindicó el recuerdo de los muertos bajo las botas de la represión en marzo de 1937, sino también la historia de una "Galicia libertaria". Fue un movimiento de fuerte presencia en los dos primeros años de la Guerra Civil, pero del que poco se habla en las múltiples celebraciones reivindicativas que se sucedieron en el último año de conmemoración de la Guerra Civil.

La represión contra estos libertarios, con sentencias de muerte, asesinatos y torturas en las cárceles, fue brutal. En A Coruña, cuando militares, falangistas y conservadores se aliaron para derrocar la república democrática, el sindicato del mar de la CNT, denominado Despertar Marítimo, contaba con 20.000 afiliados que se organizaron para hacer frente a los golpistas militares y movilizaron la flota pesquera para ayudar a la resistencia.

Esposas e hijos de marineros crearon una potente red de enlaces. La de O Portiño fue una huida frustrada que acabó en drama, pero hubo muchas otras desde el litoral gallego que resultaron exitosas. Jóvenes represaliados por el simple hecho de militar en un sindicato, alcaldes republicanos como el de Ferrol, Ares y Miño, así como muchos otros gallegos sentenciados por sus ideales políticos lograron exiliarse a través del mar.

Y esas fugas también fueron recordadas y saludadas en el homenaje de anoche, protagonizado por el historiador Eliseo Fernández, el escritor Manuel Rivas, el músico Xurxo Souto y el marinero poeta Serafín Mourelle. Hijos de víctimas de aquella malograda huida de O Portiño depositaron, en el mar, flores en memoria de los asesinados, tras la interpretación a la flauta de La Internacional.

En las breves intervenciones no faltaron los recordatorios a la extrema solidaridad entre las organizaciones de la izquierda republicana de aquellos difíciles años. Los anarquistas, comunistas y socialistas gallegos se entreayudaron para burlar a los nacionales y su feroz represión.

A Coruña tiene que demostrar, destacó el historiador Bernardo Máiz, que tiene memoria histórica. Su joven colega Eliseo Fernández está empeñado en recopilar los datos y reconstruir laboriosamente aquella resistencia al fascismo organizada en torno y gracias al mar de Galicia. De la dramática huida frustrada de O Portiño aún quedan muchos detalles por desvelar, víctimas por identificar o incluso el origen certero del chivatazo que permitió a la Guardi Civil dar al traste con aquella operación de rescate de jóvenes represaliados.

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