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Entrevista:Javier Bardem | Actor

"Lo único que sé es que el silencio mata"

Rocío García

Tiene pendientes de estreno dos potentes películas internacionales: El amor en los tiempos del cólera, de Mike Newell, y la última de los hermanos Coen, No country for old men, que protagoniza con Tommy Lee Jones. El próximo verano se pondrá a las órdenes de Woody Allen. Pero estos días, Javier Bardem tiene un objetivo más altruista y solidario: dar a conocer Invisibles, un trabajo con el que debuta como productor y en el que se da voz a las víctimas de cinco conflictos olvidados.

"Woody Allen te obliga a regresar al principio, a la génesis de este trabajo de la interpretación, que es la de narrar, narrar y narrar"
"Invisibles' no es para nada un intento de limpiar mi mala conciencia, es la necesidad de juntar a cinco talentos para hablar de las víctimas"

Javier Bardem vive días frenéticos. Para un hombre que quería una carrera lenta, pero potente, los acontecimientos se suceden. Todos parecen excitantes, pero no lo suficiente para modificar la voluntad de control que Bardem (Las Palmas de Gran Canaria, 1969) quiere para sus proyectos, el último de los cuales es novedoso: su debú como productor en Invisibles, película que agrupa cinco historias dirigidas por Fernando León, Javier Corcuera, Isabel Coixet, Win Wenders y Mariano Barroso. Invisibles es un alegato contra el dolor, la miseria y el desprecio hacia los más desfavorecidos del mundo. Bardem se siente orgulloso de su trabajo, pero apenas tiene tiempo para disfrutarlo. Los desafíos continúan.

Pregunta. ¿Cómo vive el estado de plenitud: el trabajo con los hermanos Coen, la llamada de Woody Allen para protagonizar su próxima película y su papel de productor en Invisibles?

Respuesta. Estoy contento, aunque es todo producto del azar. Evidentemente, mi trabajo se ve, pero la realidad es que por azar Woody Allen viene a España a rodar, de la misma manera que fue casual mi encuentro con los Coen. Cuando llegué a Estados Unidos con Antes que anochezca al Festival de Toronto conocí a la que es actualmente mi agente americana. Ella me preguntó la famosa frase: "¿Con quién quieres trabajar?". "Con los Coen", le dije. Y de pronto he trabajado con los Coen. ¿Por qué? Los Coen hacen el cine más americano que se puede imaginar, es la América profunda, en la que es muy difícil verte allí. Pero por un golpe de suerte en una de sus películas hay un personaje abierto a que sea extranjero.

P. Y allí estaba usted.

R. Los Coen habían visto mi película Los lunes al sol.

P. ¿Cómo ha sido su trabajo con ellos?

R. Muy sencillo. Son como dos chavales de universidad. Una vez más ves a gente con una capacidad enorme y una resolución estupenda, son gente tranquila, nada arrogantes. Mi personaje en la película No country for old men es un personaje fuerte, muy oscuro. Está basada en una novela de Cormac McCarthy. Tanto en el libro como en el guión, mi personaje es desagradable pero atractivo, representa la violencia sin sentido. Es la historia de un sheriff que lleva mucho tiempo trabajando y se empieza a rendir y a preguntarse por el sentido de todo. Es toda una bofetada desde el pesimismo, pero al mismo tiempo usa unos elementos de thriller y divertidos. Es lo que tiene el cine de los Coen, que cuenta situaciones terribles pero no puedes parar de reírte.

P. ¿Qué sabe del proyecto de Woody Allen?

R. Es algo secreto. Es la filosofía y la manera de trabajar de este señor. No puedo hablar de casi nada, pero es que Woody Allen trabaja desde la improvisación en muchos aspectos. El guión que he leído estará abierto, me imagino, a muchísimos cambios. Trabaja con material muy vivo.

P. ¿Qué espera encontrar en su trabajo con él?

R. Como actor, la importancia de trabajar con Woody Allen consiste en su forma de funcionar, que es quitar todo el artificio. La implicación es muy directa. Son textos o situaciones muy poderosas, en las que no hay tiempo, ni espacio, ni focos para perderte en otras cosas. A mí me gusta la creación de personajes, de tipos, de caracteres, de diferentes formas de ver la vida. Pero Woody Allen y su material te obligan a ir un poco al principio, a la génesis de este trabajo que es la de narrar, narrar y narrar. A mí esto me apetece mucho en este momento.

P. Se cumple el 15º aniversario de Jamón, jamón, de Bigas Luna. La película recibirá un homenaje en el Festival de Málaga, que comienza mañana. ¿Cómo recuerda aquella experiencia?

R. Fue mi salida y una salida muy potente. Fue un pistoletazo fuerte y nosotros esprintando. El éxito fue grande para la película y para todos nosotros. Pero fue allí mismo donde empecé a bajar el paso. Me pregunté: "¿Puedo llegar a una meta fácil?". Debido a la experiencia de mi familia, sé de forma inherente que esto es una carrera de fondo. Y por eso empecé a bajar el ritmo. Me dije que si quería envejecer bien en el cine, me quedaban muchas equivocaciones y muchas cosas que aprender. Lo recuerdo como un momento ansioso. Tenía 21 años. "¿Adónde me lleva, adónde me lleva?", me preguntaba. Pero conseguí fijar los ejes fundamentales de mi carrera, de lo que yo creía que era mi futuro.

P. ¿Siente que no ha sido víctima de la ansiedad o de los peores efectos del éxito?

R. Sí. Habré cometido errores, con errores, con películas mediocres, con interpretaciones pésimas en muchos casos, otras más acertadas, alguna buena, y no lo digo desde la modestia, sino desde el hecho objetivo de ver el trabajo en la pantalla, pero siempre con la única intención e intuición de hacer lo que creo que debo y quiero hacer. Mi gran privilegio y mi gran suerte es ésa. He confiado en una dirección por la que he ido y al final se producen cosas como las de Woody Allen o los hermanos Coen. Cuando estás muy arriba a nivel internacional decides hacer Los lunes al sol, que para mí es una de las mejores películas que he hecho en mi vida. Mucha gente me dijo que era un error y que tenía que aprovechar el momento. Pero no, no hay que aprovechar momentos buenos. Yo estoy aquí para contar historias como Los lunes al sol o Mar adentro.

P. ¿Qué le ha llevado a la producción?

R. No hay un afán de adueñarme del título de productor como profesión. Simplemente lo afronto como la persona que junta a un grupo de personas, que las pone en contacto con Médicos sin Fronteras para que, a partir de una relación de confianza, hagan un proyecto conjunto.

P. O sea que ha pesado más el proyecto que lo de iniciar una nueva aventura cinematográfica.

R. Totalmente.

P. Su nombre ayuda también a vender este tipo de proyectos.

R. Sí, a lo mejor. Médicos sin Fronteras es una organización muy poderosa, no en el sentido de poder, sino en el de respeto popular y social. Cuando a esto se juntan los nombres de Wim Wenders, Fernando León, Isabel Coixet, Javier Corcuera y Mariano Barroso.

P. Aunque en el proyecto sea más visible la denuncia social que el objetivo cinematográfico, ¿cómo ha vivido esta experiencia nueva?

R. La he vivido muy intensamente, porque la referencia que tengo yo a la hora de realizar una película es muy limitada. Como actor entro en un proyecto ya avanzado o ayudo en cierto modo a que ese proyecto pueda avanzar un poco más, pero mi aportación consiste en hacer mi trabajo y luego promocionarlo. Con Invisibles he estado en todos los procesos, que han sido muchos. Nació como una idea y ha ido creciendo sola. Hicimos Invisibles con la única necesidad de que se viera, pero después de su pase en el Festival de Berlín todo se ha desbordado.

P. Médicos sin Fronteras está en el inicio del proyecto. ¿Qué papel ha jugado?

R. Mi relación con Médicos comienza hace cuatro años, cuando asistí a un programa de vacunación en Etiopía. Lo que veo me remueve, me conmueve. Ves gente muy capacitada haciendo cosas admirables, es un buen termómetro no tanto del nivel de sacrificio, que lo hay, sino del nivel de adaptación de la gente que trabaja con ellos. Adaptación a unas circunstancias difíciles ante la que mucha gente se rendiría. Ellos no sólo no se rinden, sino que van más allá, optimizan las circunstancias en las que viven en beneficio de las víctimas. Y además no se aplauden nunca, al contrario se autocritican de manera constante.

P. Son cincos historias y una sola mirada. ¿Cómo fue su proceso de elección?

R. Médicos tiene una lista, la llaman el top ten, título irónico y terrible, de los conflictos olvidados que más asistencia necesitan, también mediática. Esa lista se la di a los directores y fueron ellos los que eligieron. Recogimos las cinco más representativas.

P. Nace de una necesidad personal. ¿Qué buscaba?

R. Me gusta pensar que puedo hacer algo, otra cosa es que sirva para algo. Lo único que sé es que el silencio mata. Mejor haberlo hecho que no haberlo hecho, eso me tranquiliza. No es para nada un intento de limpiar mi mala conciencia, es algo mucho más sencillo, es la necesidad de juntar a cinco talentos cinematográficos con la información para hablar de lo único importante de la película: las víctimas, más allá de Médicos y de los cineastas.

P. ¿Cómo ha sido la elección de estos cinco directores? ¿Ha sido una decisión suya?

R. Fue muy sencillo. Como la lista de la compra. En una hoja en blanco puse a aquellos directores cuyo perfil más se acercaba a un proyecto de este tipo, en el que no sólo contaba la calidad cinematográfica, sino también riesgo, compromiso y ausencia de miedos ante lo imprevisto.

Javier Bardem, ayer en Madrid.
Javier Bardem, ayer en Madrid.CRISTÓBAL MANUEL
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