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Entrevista:JOSU ETXABURU | Presidente de la Asociación de Directores de Secundaria

"Hay que sacar rápidamente a la educación de la página de sucesos"

Josu Etxaburu (Ondarroa, 1961) lleva año y medio como presidente de la Asociación de Directores de Secundaria de la red pública-BIHE y cerca de seis al frente del Instituto de Elorrio. Desde su experiencia, Etxaburu advierte de que los profesores podrían acabar impartiendo una docencia a la defensiva si no se prestigia el papel de los maestros. Considera que la escuela debe decir "basta" a las responsabilidades que le quieren cargar los padres y la sociedad y recuerda que educar a un niño es corresponsabilidad de padres y profesores.

Pregunta. ¿El puesto de director resulta de alto voltaje en un momento en el que aumenta la conflictividad en las aulas y los profesores han perdido influencia social?

"La escuela debe decir 'no' a las obligaciones que le cargan los padres, que están haciendo una excesiva dejación de sus funciones"
"La respuesta debe ser rápida. No se puede poner un castigo a un adolescente recordándole que cometió una falta hace dos meses"JOSU ETXABURU / Presidente de la Asociación de Directores de Secundaria

Respuesta. El cargo de director es importante e interesante en el devenir de un centro. Lo que pasa es que están cambiando las exigencias hacia la dirección. Los centros deben responder a las demandas que puntualmente la sociedad va creando. Por lo tanto, es de cajón que la función directiva, así como la del profesorado, tiene que ir variando y acomodándose a los nuevos tiempos. Cuando se habla de lo complicado que puede resultar dirigir un centro se está hablando de multitud de reflejos que la escuela está recibiendo, pero que no los genera la propia institución escolar, sino que los produce la sociedad.

P. ¿Esa sociedad está descargando sobre la escuela más responsabilidades de las que en realidad le corresponden?

R. Creo que excesivas. La escuela debe decir "no" a las responsabilidades y obligaciones que le cargan los padres. En este momento, cuando todo parece que se debe arreglar desde la escuela, creo que debe llegar el momento en el que esa escuela diga "basta, que no". La sociedad tiene que dotarse de otra serie de recursos para responder a lo que ella misma genera. De lo contrario, caeremos en muchas decepciones y frustraciones. Los padres están haciendo una excesiva dejación de sus funciones. Lo que hay que llegar es al concepto de corresponsabilidad en la educación. El primer mensaje que lancé a las familias de mis alumnos al comienzo del curso fue: "Hacerme un favor. No dejéis la educación de vuestros hijos en mis manos". Ese es el mensaje que hay que lanzar una y otra vez. Como profesionales, los profesores ayudarán a la familia en la educación integral de sus hijos, pero lo que no pueden hacer ni ellos ni la escuela es responder a todas las dejaciones que desde la sociedad se hacen.

P. Los docentes han demandado la revisión del decreto de derechos y deberes del alumno para atajar con más rapidez los casos de indisciplina. ¿Qué opina? ¿Se puede implicar a las familias al sancionar a sus hijos?

R. Todo lo que sea implicar a las familias resulta positivo. Cuando alguien transgrede la ley, que a veces son normas básicas de convivencia en un centro escolar y de sentido común, actuar cuanto antes siempre es bueno. Ninguna familia difiere en el tiempo el castigo. La respuesta tiene que ser rápida. No se puede poner un castigo a un adolescente recordándole que cometió una falta hace dos meses. Para estos chavales ese espacio de tiempo de dos meses no existe. Estamos en el Carpe diem, es decir viven al día.

P. ¿El profesorado está practicando una docencia de trinchera?

R. Creo que no estamos haciendo una educación de trinchera. Eso sería lo peor que nos podría pasar. Pero sí es cierto que podemos llegar a realizar una educación cautelosa y con muchas reservas. Para no acabar dando clase de esa forma, lo que hay que hacer es prestigiar el trabajo de los docentes de a pie. Lo que no se puede hacer es lanzar un discurso incoherente, como que un padre rebata al profesor una decisión que ha adoptado como profesional delante de su hijo. Si esa situación se da, lo más normal es que esa familia abandone el centro porque no confía en la educación que esos profesionales están ofreciendo a su hijo. Se está llegando a una incoherencia tal que los docentes pueden verse rebatidos por las familias y reforzados los alumnos en su mal comportamiento.

P. ¿Cómo se puede cortar esa dinámica?

R. La derecha siempre es actuar con las familias, pedirles colaboración y, cuando haya encontronazos o una disparidad de criterios, resolver el problema con el diálogo. Está bien que se hagan visibles los conflictos, las agresiones. Hay que tomar conciencia, pero hay que sacar a la educación de la página de sucesos rápidamente. Una cosa es que haya problemas y otra que sean insalvables, que no lo son. En la mayoría de los casos los consejos escolares resuelven la situación.

P. El sistema educativo afrontará en breve plazo la reforma de los actuales modelos lingüísticos. ¿Cuál es su opción?

R. Independientemente del modelo lingüístico que se adopte, el problema reside básicamente en qué tipo de recursos se van a poner para que ese modelo se desarrolle. A mí que me hablen de un modelo flexible para cada centro me puede parecer bien, pero si esa flexibilidad no va acompañada de recursos, ¿dónde queda el planteamiento del modelo flexible? Puedo estar de acuerdo con un modelo en el que el 20% de las horas se den inglés, pero ¿y si el centro no tiene suficientes profesores de inglés? La cuestión es cómo se va llevar a cabo la opción que salga elegida. Si no hay medios, todo será un fracaso.

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