Vaya papelón
Según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel), en 2005 se superó por primera vez la marca de los 4.000 millones de kilos de papel reciclado, cifra que se superará con creces en 2006. Gracias a este nivel de recogida, la industria papelera española lidera el ranking europeo de reciclaje de papel usado. Por cada 10 kilos de papel que se fabrican se utilizan 8 de papel usado, muy por delante del Reino Unido (7,4), Alemania (6,5) o Francia (5,8).
Sin embargo, será difícil encontrar un cuaderno, un recambio de hojas o un paquete de folios con el marchamo de reciclado. El destino principal de la producción nacional son los envases de cartón para la industria y la impresión de periódicos. También las administraciones públicas, a las que se les debe exigir que adopten políticas de compra ecológica, cada vez invierten más en papel reciclado y ecológico, lo mismo que determinadas empresas con sistemas de gestión ambiental.
Lo que está fuera de duda es que la labor ciudadana de depositar papel y cartón en los contenedores apropiados contribuye a recuperar una materia prima que impide que se talen más árboles, se ahorre en el consumo de energía y agua y hasta se reduzcan las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y, por tanto, se contribuya a frenar el cambio climático. Según datos de la Fundación Ecología y Desarrollo, en el ciclo total de fabricación, “la incorporación de fibras recicladas en lugar de la utilización de vírgenes supone emitir un total de 1,5 toneladas de CO2 equivalente menos por cada tonelada de papel producida”. Por otro lado, Susana Ortega, técnica de la Fundación, asegura que “con las calidades actuales ya se ha superado la mala prensa que tenía el papel reciclado, porque ni deja rastro de polvillo en las fotocopiadoras ni tiene por qué ser de tonos más oscuros ni el precio tan desmesurado con respecto al convencional”.
Otra opción ambientalmente benigna es la producción de papel ecológico que no necesariamente sea reciclado. En este caso, la materia prima procede de explotaciones forestales sostenibles y durante todo el proceso de fabricación se ha dañado lo menos posible el medio ambiente. Una característica esencial más es la no utilización de cloro. Las siglas en inglés TCF (completamente libre de cloro) confirman que en el blanqueado de la pasta de papel se ha sustituido por otras sustancias como el oxígeno o el ozono. Por el contrario, si no aparecen estas siglas, pero detalla que está libre de cloro elemental, lo que se ha utilizado es dióxido de cloro. Félix Romero, responsable de la campaña de bosques de WWF/Adena, recomienda seguir los siguientes pasos: “Primero hay que decantarse por el papel 100% reciclado, y en una segunda opción buscar logotipos como el Ángel Azul alemán, que hoy por hoy es el que garantiza el máximo nivel de compromiso ambiental, el del FSC (siglas en inglés del Consejo de Administración Forestal) o las siglas TCF”.
También se puede obtener pasta para fabricar papel del algodón, el cáñamo y, según demuestran en el Centro Experimental Dínamo (www.cedinamo.es), el helecho, el ajo, la cebolla, la ortiga, el plumero, el esparto y hasta el pantalón vaquero. Esta asociación, ubicada en el municipio de Camargo (Cantabria), fomenta la integración sociolaboral de personas mediante la fabricación de papel y la encuadernación artesanal a partir de desechos y de pequeños añadidos de fibra virgen.
En sus manos
Lo primero es limitar al máximo el generar residuos de papel y cartón. Reutilice el papel de regalo, los folios por las dos caras, y rechace productos excesivamente empaquetados. Evitar coger propaganda innecesaria y hacer saber a los remitentes que no se desea recibir más.El correo electrónico e Internet limitan las necesidades de papel impreso.Al reciclar, recordar que papel térmico de fax, sanitario, etiquetas adhesivas y tetrabriks van al contenedor amarillo, con el resto de envases.
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