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Reportaje:

El juglar se asocia con el DJ

Verso o prosa, con rock o electrónica, proyecciones o grabadoras, los recitales del siglo XXI se adaptan a los nuevos formatos

J. A. Aunión

Al tipo que hace unos 800 años recorría pueblos y aldeas recitando el Cantar de Mío Cid, probablemente se le resentía el espectáculo el día que se le había olvidado o se le había roto la dulzaina. O cuando estaba un poco decaído y no se movía ni gesticulaba como de costumbre al ritmo de los avatares de las batallas que narraba. Los juglares modernos han cambiado las plazas de los pueblos por bares y teatros, pero siguen aderezando sus historias y poemas. Ahora ya no es la dulzaina, sino bandas de rock, o un DJ, o una grabadora, una proyección en la pared o una de esas cajas que al dársele la vuelta producen un sonido similar al mugido de una vaca. Pero el calor de la literatura oral, cara a cara, a pesar de la dura competencia, sigue llenando, aunque sólo sea a veces, bares y teatros.

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Lo ha hecho esta semana el escritor Nick Hornby y la banda Marah. Y el creador del grupo Bauhaus, David J., que acompañado por la música rock o electrónica de DJ Mendoza recitó sus filias -"La belleza nace del caos"-, sus fobias y un alucinógeno viaje por la frontera de EE UU y México. También una formación vocal (ProyectoEle), o los poemas musicalizados de Leopoldo María Panero por Carlos Ann, Bruno Galindo y Mariona Aupí, que contó con la presencia del propio autor. Todos ellos han participado en el Festival Palabra y Música de Sevilla, que cerró ayer un curiosísimo espectáculo del alemán Blixa Bergeld, en el que juega con su voz (a veces también con la del público) deformándola o multiplicándola mediante varios pedales. Con un resultado en ocasiones inquietante y a veces enormemente divertido.

Los promotores del encuentro ponen gran énfasis en la parte musical. Pero dentro del género en el que se engloba la cita, el spoken word, la palabra no siempre va acompañada de música. Se trata de un movimiento que en los años noventa del siglo pasado recogió la tradición de los encuentros literarios orales de la generación beat, también muy influido por las tradiciones musicales y orales afroamericanas.

A condición de que alguien recite, dentro de este movimiento cabe casi de todo, aunque suele acercarse más a la escenificación que a la simple lectura y tener mala leche, a veces con grandes dosis de improvisación o interacción con el público. Sus difusos límites se confunden continuamente con el rap, el hip-hop, la poesía sonora o la polipoesía entre una lista interminable de tendencias. Y la verdad es que se pueden encontrar propuestas muy parecidas dentro de cualquiera de ellas.

En Estados Unidos, grandes artistas como Tom Waits o Patty Smith se han acercado al género, y gran cantidad de discos bajo el cartel de spoken word ocupan las estanterías de las tiendas. Incluso la HBO, una cadena de televisión de pago estadounidense, conocida por la calidad de sus series (Doctor en Alaska, Los Soprano o Sexo en Nueva York), ofrece desde hace ya seis temporadas Def Poetry, un programa que retransmite este tipo de representaciones con actores, músicos, poetas o escritores. Eso sí, se emite los viernes a medianoche.

En España, la idea de spoken word es más bien desconocida. Pero las propuestas que se autodenominan de polipoesía se multiplican a la vez que lo hacen los festivales y los lugares que los acogen. Sin tanto -o ningún- énfasis en lo musical, muchos de estos artistas utilizan cajas de sonido, grabaciones o proyecciones.

Accidents Polipoètics, uno de los referentes en este campo, formado por Rafael Metlikovez y Xavier Theros, utiliza toda clase de objetos, como instrumentos musicales de juguete o bocinas, grandes dosis de humor y teatralidad, como la gestualidad o el juego de dos voces. Cuando hace casi 20 años Theros comenzó a hacer este tipo de espectáculo, eligió el término polipoesía (nacido de un manifiesto de 1987 del italiano Enzo Minarelli que hace hincapié en integrar las nuevas tecnologías en la poesía) porque le interesaba mucho la fusión con el teatro y la idea de "recuperar público para la poesía", explica. Su trabajo va más allá de escribir, "se trata de preocuparse también de cómo interpretarlo, de encontrar la manera de comunicarse con cualquier clase de publico, incluso con los que no son lectores".

Y en estas dos décadas, la labor ha tenido sus frutos. Vendieron unas 2.000 copias de su disco Poesía Urbana de Pueblo (1995), y han sustituido el circuito de bares por el de teatros. Al sector tampoco le ha ido mal: "Cuando empezamos, teníamos que pedirle por favor a los dueños de los bares que nos dejaran actuar. Ahora es normal encontrar estos espectáculos y son los dueños los que buscan a los artistas. Y también es normal que la gente salga a ver un recital y a cenar", asegura Theros.

Algunos de los festivales más importantes son el de Polipoesía de Barcelona (el más antiguo), el ya desaparecido Proposta, también en Barcelona, o el Yuxtaposiciones, en La Casa Encendida de Madrid, que este año se celebrará el 26 y 27 de mayo. El Festival Actual de Logroño también suele acoger polipoesía, y los Accidents Polipoètics estarán el fin de semana que viene en el encuentro de Teatro y Artes Escénicas de Sevilla. Además, el espectáculo de Blixa Bargeld se representa hoy en la Sala Apolo de Barcelona.

Cataluña, Andalucía y Madrid son las comunidades, según Theros, que presentan más movimiento. Xavier Sabater o la micropoetisa Ajo (organizadora de Yuxtaposiciones y coprotagonista de un espectáculo con el músico Mastretta) son algunos de los principales nombres. Pero no dejan de surgir propuestas nuevas, aunque conviene advertir al espectador, por más que parezca evidente, que no todas funcionan. Afortunadamente, muchas sí, como la de los cordobeses Poliposeídas. El humor provocativo o la gestualidad, con poemas grabados que suenan mientras los artistas hacen una especie de mimo, son algunas de sus señas de identidad. Se puede comprobar en la web youtube.com.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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