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Columna
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El octavo 'herrialde'

Sostiene el autor que para el nacionalismo resulta esencial pasearse por esos mundos para sentirse mayor.

Esta semana el Gobierno vasco ha decidido abrir una Delegación de Euskadi en Nueva York, pues apuntamos alto. Así serán ya seis nuestras embajadas: Bruselas, Madrid, Argentina, Chile, México y ahora esta. Es motivo de suma alegría para los vascos (y las vascas), porque desde allí defienden nuestros intereses multisectoriales, nos representan y nos relacionan con las colectividades vascas, que no es asunto de segunda. Un decreto de 2002 asegura que la Ley de Colectividades vascas busca "la protección integral de los vascos en el exterior" y, aunque transcribe con error la ley, traduce mejor su espíritu. A los vascos del interior no nos queda otra que envidiar a los exteriores, pues aún nos está lejano el objetivo gubernamental de protegernos integralmente.

Para el nacionalismo se puede ser vasco y cualquier cosa, menos español
La mayor hazaña exterior fue la firma en agosto, en Corsica, de la Declaración de Corti

Hay más razones de envidia. En el último Congreso Mundial de Colectividades Vascas, celebrado en Vitoria 2003, los reunidos aseguraron algo razonable, que tienen "un sentimiento doble de identidad y pertenencia". Uno puede sentirse vasco y chileno, vasco y ruso, vasco y alemán, vasco y australiano... y a los nacionalistas les parece de perlas. Cosa bien diferente es si algún vasco de aquí pretende "doble identidad y pertenencia" o no identificarse con la identidad nacionalista de este Pueblo con identidad. Lo tiene crudo. Para el nacionalismo se puede ser vasco y cualquier cosa, menos español.

Desde su punto de vista, la identidad vasca niega la española. Se agrupa a las colectividades vascas de la diáspora con la denominación genérica "Zortzigarren Herrialdea". Se me hace que el octavo herrialde es más del gusto del nacionalismo que los otros siete, pues congrega a quienes sienten la identidad vasca en sus términos identitarios, y no a los que no, pues pasan. En cambio, aquí hay de todo, hasta vascos que se resisten a las limitaciones identitarias.

No es ésta la única política exterior que tenemos. También, habida cuenta "que el Pueblo Vasco cuenta con una vocación decididamente solidaria" (Eudel, 2000) acogemos pueblos oprimidos. Esta semana han pasado por el Parlamento vasco el Movimiento de Autodeterminación de la isla de Bioko (en Guinea) y el Congreso Mundial Amazigh (bereberes), al tiempo que teníamos una delegación en Cuba firmando convenios y las instancias políticas recibían georgianos. El mes pasado el Gobierno vasco envió motos y coches de la Ertzaintza para la policía saharahui, hace no muchos años mandamos tornos para la formación profesional en Argentina y marchan ya ordenadores a Cuba, para la Justicia de allá. La nuestra es una política exterior de gran Estado -de Estado-ONG-. Resulta esencial para el nacionalismo, que se siente mayor paseando por esos mundos y asegurando, sin tantas ataduras como aquí, lo de que somos un pueblo antiguo, pacífico y trabajador.

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A veces falla algo en la acción exterior. Véanse las quejas nacionalistas sobre la Delegación en Bruselas, porque ya ni dan clases de euskera.... Para estudiarlo tienen que ir ¡al Instituto Cervantes!, venciendo la natural repugnancia, pues esta institución represora de todo lo vasco imparte euskera en Bruselas (y en Munich)...

La política exterior vasca no es sólo la del Gobierno. El PNV tiene su propia orientación, con el impulso reciente a la Liga de Amigos de los Vascos. En paralelo, y en abierta pugna, está la batasunía y aledaños. La política exterior del nacionalismo moderado es promocional, difusora y protectora del vasco (nacionalista). La radical resulta agresiva y adoctrinadora y busca colaboraciones para la inminente revolución socialista vasca. Esto conduce a escenas espeluznantes, como cuando envían brigadas (sic) a Bolivia y predican allí sobre nuestros males; los niñatos del Primer Mundo, cargados de derechos y dineros, cuentan sus padecimientos a los desheredados del país pobre.

Luego está el movimiento batasúnico Amigas y Amigos de Euskal Herria (no confundir con los Amigos de los Vascos del PNV), fundado hace un mes. Se estrenó con una acción espectacular, que conmovió el continente. Organizó concentraciones simultáneas en media Europa. En los siguientes sitios: París (acudieron los parisinos oyentes de radio Txalaparta y una miembro de la iglesia Partenia), Glasgow, Barcelona, Villafranca del Penedés, Milán, Turín, Tarento (al sur de Italia, muy amigos nuestros), Roma, Dublín, Belfast, Cork, Lisboa y Ámsterdam. Europa se moviliza por nosotros y nos ruega que olvidemos nuestro enfado y volvamos al proceso. Por lo que se ve en las fotos, aquello fue una demostración de fuerza, pero de poca, pues no se concentraron muchos; media docena, una docena en cada sitio, no mucho más. Otra cosa rara en las fotos: la fisonomía e indumentaria de los partícipes no es la de aquellos sitios, sino que les hacen curiosamente similares a los oriundos de Euskal Herria mismamente. Su amistad con los vascos les habrá mimetizado.

Pero la mayor hazaña exterior fue la firma en agosto, en Corsica (Córcega), de la Declaración de Corti, reunidas todas las nacionalidades oprimidas por el Estado francés para pedir juntos la autodeterminación. Estuvieron representantes de Corsica, Polinesia, Catalunya, Euskal Herria, Occitania, Guayana, Martinica y Bretaña. Tal fenomenal agregación de fuerzas ya ha preparado el mapa de Europa para cuando los pueblos volvamos a nuestro estado natural. A España la tendremos bien controlada, pues sólo se le dejará una salida al Mediterráneo por Murcia y otra al Cantábrico por Cantabria. Y que no se queje, pues Francia se quedará sin Mediterráneo y sólo con un par de tramos en el Atlántico. Tan pintoresca declaración la firmó por nuestra parte Batasuna, como no podía ser de otra forma; y por Cataluña ¡ERC!, partido de Gobierno mientras firma con Batasuna pactos propios del que asó la manteca. O sea: sopas y sorber sí puede ser.

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