Teherán reta a la comunidad internacional al probar con éxito un cohete espacial
Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania se reúnen hoy en Londres
Irán anunció ayer que había lanzado con éxito un cohete suborbital de fabricación propia. Aunque la noticia especificaba que se trataba de un aparato de investigación científica que no permanecerá en órbita, despertó de inmediato la preocupación internacional, dado que, de verificarse, significa un avance importante en su programa balístico que también puede tener usos militares. En el actual momento de tensión con Occidente por su desafío nuclear, Teherán parece subrayar así su firmeza. "Ya no hay marcha atrás", reiteró ayer el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad.
"Irán ha lanzado con éxito su primer cohete espacial", leyó el presentador de la televisión estatal sobre las imágenes de un artefacto que salía disparado hacia el cielo. "El cohete transportaba material de investigación preparado por los Ministerios de Ciencia y de Defensa", añadió el locutor, citando al jefe del Centro de Investigación Aeroespacial, Mohsen Bahrami. Sin embargo, el director ejecutivo de ese organismo, Ali Akbar Golru, precisó a la agencia Fars (semioficial) que era un cohete suborbital, que podía alzarse en la atmósfera "hasta 150 kilómetros", que no permanecería en órbita y que volvería a la tierra en paracaídas.
El detalle de la altitud es crucial. La Federación Internacional de la Aeronaútica estima que el espacio empieza a partir de los 100 kilómetros. Si Irán ha logrado enviar un cohete al espacio, significa que sus científicos controlan la tecnología necesaria para atravesar la atmósfera. Eso les permitiría construir misiles balísticos, o de alcance intercontinental.
Hasta ahora, Irán había contado con Rusia para su programa civil de satélites. En octubre de 2005, el cohete ruso Kosmos-3M puso en órbita el Sina-1, fabricado en aquel país. Pero el ministro de Defensa, Mostafa Nayar, declaró el sábado en la inauguración de una conferencia de la Organización Aeroespacial que estaban planeando construir un satélite y una lanzadera.
"Llevan tiempo trabajando en ello", señaló a este diario un observador militar occidental. "Lo que sucede es que la tecnología para desarrollar los mecanismos de lanzamiento es la misma
[para un cohete de investigación] que para un misil".
Más allá de los aspectos técnicos, el anuncio de ayer tiene una lectura política. No parece coincidencia que se haya hecho justo la víspera de que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia) más Alemania se reúnan en Londres para tratar sobre una eventual ampliación de las sanciones impuestas a Irán por su desafío nuclear. El mensaje implícito es que las amenazas y los castigos no están haciendo mella, sino todo lo contrario, reforzando la voluntad de los iraníes.
"Irán controla la tecnología para producir combustible nuclear. Es un tren que avanza sin freno ni marcha atrás porque el año pasado los desmantelamos y los arrojamos por la ventanilla", declaró ayer Ahmadineyad.
Da la impresión de que el presidente iraní no está tomando en serio las advertencias de la comunidad internacional y responde desafiante, convencido de que se trata de una guerra psicológica que ganará quien demuestre una voluntad más fuerte. Ahmadineyad está persuadido de que Washington no está en condiciones de meterse en otra guerra. Así lo declaró el pasado enero, tras conocerse que EE UU despachaba un segundo portaviones al golfo Pérsico, y así lo repitió anteayer su ministro de Exteriores, Manucher Mottaki, después de que el vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, reiterara que "todas las opciones están sobre la mesa".
Sin embargo, bajo las muestras de unidad que los dirigentes iraníes dan en público, algunos observadores han empezado a notar movimientos para reconducir la situación. De acuerdo con este análisis, los sectores más moderados dentro del sistema, alarmados ante la evolución de los acontecimientos, habrían pedido la intervención del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, que es el responsable último de la política exterior y de seguridad.
"Hace un mes, a iniciativa de [el ex presidente Alí Hachemi] Rafsanyani, el líder ha tomado el mando porque su hijo predilecto está arruinando el país", confía un profesor de Relaciones Internacionales que no esconde su antipatía por el presidente.
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