_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La desgana del pensamiento

Con extraordinario ojo clínico, Zapatero ha diagnosticado la escandalosa abstención en el referéndum andaluz como efecto de una desgana. Es decir, no les ha dado la gana ir a votar pero, además, y esto es lo más penetrante, el presidente observa al electorado andaluz como colectivo desmotivado. ¿Abúlicos en general? ¿Desganados tan sólo para el juego político?

La desgana se alza como el alma central del saber contemporáneo que administran especialmente los políticos. La educación, sin ir más lejos. El contenido del saber que se programa en unas u otras leyes demuestra un continuismo tan empachoso como una tremenda y mineralizada digestión educativa. Una absoluta desgana se une a la indolencia mental por comprender la circunstancia de los estudiantes y de su mundo. El libro de texto, por ejemplo, el libro en general, la mitificación del libro, continúa presentándose como el núcleo sagrado del saber y un desdén se extiende todavía hacia buena parte de los medios con pantalla.

¿Nuevos tiempos? La realidad de los nuevos tiempos se atiende tan poco que el candidato socialista a la alcaldía de Madrid emplea ahora un eslogan idéntico al que empleó hace años Álvarez del Manzano y que rezaba: "Nuevos tiempos". Ni uno ni otro político han debido sentir demasiado la comezón de la novedad puesto que su oferta consiste en el tedioso canto de una letanía.

¿Energía nuclear? "No, gracias". El esfuerzo de la discusión se zanja con su eslogan puesto que el pensamiento no posee el deseo de pensar. Toda violencia de género se salda así como violencia machista, todo crimen en la pareja refleja el sañudo y unívoco ataque contra mujeres, toda muerte más se enumera como la muestra de una masculinidad salvaje y típicamente española.

¿Verdadero? ¿Falso? El estereotipo se une al descrédito y la pereza mental a la mentalidad disecada. No hay forma más garbosa de afrontar los nuevos tiempos que estimarlos peores. No hay forma de mayor excelencia para abordar el comportamiento de una nueva generación que considerarla una degeneración.

De este modo, en todos los medios oficiales y convencionales se paladea la supuesta bondad del pasado y se expele el difícil sabor de la actualidad. La vetusta ideología en vigor no asume el contenido ideológico de las novedades técnicas o espirituales y más que un metabolismo lo nuevo se atraganta como forma del mal.

El mal del absentismo laboral, el mal del fracaso escolar, el mal de la abstención política. No será la deficiencia de las instituciones la causa de la desafección, sino la terca molicie ciudadana. O lo que es lo mismo: no será su extrema fealdad la causa del desinterés juvenil por lo político, sino su indiferencia o su frigidez.

Se llama "pensamiento zombi" o stock knowledge a la batería de conceptos que en una época planean como muertos vivientes sobre una realidad que ya no comprenden. Sobrevuelan como una horda de lugares comunes que tras haber perdido pertinencia se sostienen en manos del poder en cuyo ámbito el esfuerzo de revisión se les presenta tan peligroso como para acabar con ellos mismos en el eventual intento de ponerse al día.

¿Resultado? No hay reflexión crítica. Una capa de ideas mostrencas cubre el cutis del cerebro público, desde la vieja derecha a la vieja izquierda, desde el ministro del ramo al boletín oficial, desde las declaraciones del portavoz a la voz del presidente. No hay, de otra parte, otras versiones que contrapesen realmente esta situación porque, a su vez, los mejores intelectuales han ido disecando su médula en los plantes y trasplantes con el mismo poder.

¿Conclusión? Las opciones se reducen prácticamente a dos: acogerse al omnímodo pensamiento de tertulia o deshacerse del apelmazamiento por medio de la abstención. "La abstención andaluza", afirma Zapatero, "es una muestra de desgana pero no de malestar". El malestar, cabe decir, habría sido todavía una esperanza, la desgana es el anticipado síntoma de la defunción.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_