_
_
_
_
Reportaje:

El rostro del sanguinario

"Me ha cambiado la vida", dice Forest Whitaker de su interpretación del tirano Idi Amín

Rocío García

Ojos inyectados, la piel negra siempre sudorosa, una sonrisa infantil pero tenebrosa. Toda la crueldad y complejidad del dictador ugandés Idi Amín, un sanguinario que acabó con la vida de 300.000 ugandeses entre 1971 y 1979. En su delirio sádico mandó asesinar y cuartear el cuerpo de una de sus mujeres. Son ejemplos de la personalidad de un sátrapa que hizo época y que ahora adquiere rostro en el cine: el del actor norteamericano Forest Whitaker, protagonista en El último rey de Escocia. Con un dato añadido: es el gran favorito para conquistar el Oscar.

"He visto de lo que son capaces los seres humanos, pero eso para un actor es una oportunidad única", afirma Whitaker
"Me siento más fuerte como actor, pero también he experimentado una profunda conexión con la gente, con mis antepasados"
Más información
Uganda revive con pasión su terrible pasado

Metabolizar a Idi Amín Dadá no fue sencillo. Whitaker engordó 24 kilos, cambió sus andares para convertirlos en pesarosos y temidos y consiguió que su mirada proyectara a la vez brutalidad, humor y confusión. Fueron horas y horas delante de las imágenes reales del dictador. Todo para trasladar al cine la vida del dictador en El último rey de Escocia. El filme, dirigido por Kevin Macdonald, es la historia de Idi Amín, contada a través de la mirada de un joven médico escocés (James McAvoy) que pasó de la admiración por el político ugandés, soldado y golpista, a darse de bruces con la cruda realidad de un asesino loco.

El último rey de Escocia está inspirada en la novela del mismo título escrita por el británico Giles Foden. Los hechos reales se mezclan con episodios de ficción, pero todos bajo el prisma de la realidad. La figura del joven médico está basada en las experiencias de varios occidentales, británicos en su mayoría, cercanos al dictador. El filme no obvia la contribución del Imperio Británico a la creación de un tirano, al que luego se enfrentó y abandonó a su suerte, rompiendo incluso relaciones diplomáticas. Idi Amín fue derrocado en 1979 y se exilió a Arabia Saudí, donde murió en 2003.

Es un hombre diferente. No solo es cuestión del peso. Forest Whitaker (Texas, Estados Unidos, 1961) confiesa que esta película le ha cambiado la vida. "Me han pasado tantas cosas. De verdad que me ha cambiado la vida. Me siento más fuerte como actor, pero también he experimentado una profunda conexión con la gente, con la humanidad, con mis antepasados".

Viajó a África, continente que visitaba por vez primera, para el rodaje de esta película en Uganda. Allí conoció a políticos, ciudadanos, admiradores y detractores de Idi Amín. Y se encontró con un hombre complejo, al que intentó comprender y buscar aspectos positivos. Habló con mucha gente, rebuscó en su infancia para poder entender sus motivaciones. "He visto de lo que son capaces los seres humanos, pero eso para un actor es una oportunidad única", explicaba ayer un sonriente y amable Withaker, actor prolífico con papeles en películas como La habitación del pánico, Juego de lágrimas, Smoke o Bird.

Es consciente del peligro de interpretar a un hombre complejo por su brutalidad, pero capaz de producir adhesiones insospechadas, como suele suceder con los líderes populistas. "Lo más difícil fue hacer humano a un dictador". La solución fue la de adoptar el personaje desde el punto de vista de la gente de Uganda, -"con una opinión tan diferente a la que tenemos los occidentales"-. "Es una dualidad muy positiva, en Uganda están todavía muy orgullosos de algunas de las cosas que hizo, carreteras, edificios, le admiran todavía por la expulsión de los extranjeros, fue el único líder africano que se atrevió a hacerlo", asegura el actor en un intento de comprender a este loco visionario, nacido en 1925 y convertido al Islam con 21 años.

Fue entonces cuando Idi Amín se alistó al regimiento británico (Rifles Africanos del Rey), donde inició una próspera carrera. Es ahí, en su vida de soldado, donde Whitaker cree que está una de las claves del hombre que se hizo con el poder tras derrocar a Milton Obote. "No supo convertirse en un político, fue siempre un soldado que no estaba preparado para ejercer el poder. Cometió todas las arbitrariedades del mundo. Siempre se comportó como un militar, un soldado, nunca supo ser un político".

De un ser sociable, con grandes amigos, y un círculo social interesante, deportista y con buen humor, que se llevaba su acordeón a todas partes, Idi Amín se convirtió en un paranoico, aislado en el poder, que se enfrentó incluso a sus propios soldados, que lucharon junto a él. "Fueron los propios británicos quienes le impulsaron al poder", resalta Whitaker, en un intento de repartir responsabilidades ante tantas atrocidades vividas en Uganda durante los años de Idi Amín.

Whitaker llegó ayer a Madrid desde Uganda, donde el pasado domingo se estrenó la película en medio de un clamor popular. Asistieron los presidentes de Uganda y Tanzania, además de militares, políticos y ciudadanos. "El presidente de Uganda me dijo que, en el futuro, cuando le pregunten por los años de Idi Amín, recomendará ver esta película", recordaba este actor que, después de ganar el Globo de Oro, parte como favorito el próximo domingo para el Oscar al mejor actor. Sus contrincantes: Leonardo di Caprio (Diamante de sangre), Peter O'Toole (Venus), Will Smith (En busca de la felicidad) y Ryan Gosling (Half Nelson).

El actor Forest Whitaker, en el Festival de Cine Americano de Deauville de 2005.
El actor Forest Whitaker, en el Festival de Cine Americano de Deauville de 2005.CORBIS

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_