Putin quiere mantener el poder tras su retirada
Un reducido grupo, similar al Politburó de la URSS, trata de asegurar su continuidad en la cumbre política
Con sus últimos nombramientos en la jerarquía política de Rusia, el presidente Vladímir Putin ha reforzado la posición de tres hombres de su confianza formados en su ciudad natal, San Petersburgo. Los ascensos, sin embargo, no deben verse aún como apuestas definitivas del líder para su sucesión. Sin temor a equivocarse, lo único que puede decirse hoy sobre el favorito del Kremlin para los comicios presidenciales de marzo de 2008 es que la compañía o conglomerado de familias que hoy ejercen el poder en Rusia se proponen mantenerse en él después de esa fecha.
El objetivo del reducido grupo de allegados de Putin, comparable salvando las distancias al Politburó u órgano de dirección colegiada del partido comunista de la extinta URSS, es asegurar su propia continuidad en la cumbre política y al frente de los consejos de administración de las grandes empresas (formalmente estatales) de Rusia, donde ya han tomado posiciones, además de colocar a sus familiares y amigos.
El sucesor ha de respetar el equilibrio entre los distintos intereses en el Kremlin
Las dificultades vienen de la necesidad de asegurarse de que el sucesor respetará en el futuro los equilibrios entre los distintos intereses representados -y en ocasiones enfrentados- hoy en el Kremlin. El mérito de Putin es que, con sus más y sus menos, ha garantizado en general el equilibrio de esos intereses. Cuando el actual jefe del Estado dice que dejará el puesto de presidente, pero que no se va de la política, posiblemente dice la verdad, si la interpretación es que Putin no abandonará la compañía dirigente de Rusia, aunque deje de ser presidente.
Los estrategas dedicados a la elaboración de quinielas sucesorias han examinado la experiencia de Deng Xiaoping en China y también las experiencias latinoamericanas en busca de la fórmula mágica para vincular a Putin con el liderazgo real, y respetar la Constitución, que establece un máximo de dos mandatos de cuatro años para el jefe del Estado. Por lo pronto, la clase política dirigente hace planes más allá de 2008 y la Duma Estatal (Cámara baja del Parlamento) ha comenzado a estudiar un presupuesto del Estado para los próximos tres años.
Gracias a las últimas remodelaciones, los dos delfines -Dmitri Medvédev y Serguéi Ivanov- ocupan ya posiciones simétricas como viceprimeros ministros, pero aún puede haber sorpresas. Mientras el presidente no revele el secreto mejor guardado de Rusia, otros aspirantes se entrenan para cualquier eventualidad. Entre los nombres que se barajan están el de Vladímir Yakunin, el presidente de la compañía de los ferrocarriles, que dispone de un buen equipo de analistas, y Serguéi Chémezov, que dirige el consorcio de exportación de armas, Rosoboronexport.
Serguéi Ivanov, que como Putin fue oficial del KGB y trabajó en el espionaje exterior, ha recibido un espaldarazo al ocupar el puesto de primer vicejefe del Gobierno y, no sólo por las competencias más amplias de las que responderá, sino también por los problemas de los que se distancia. El Ejército ruso -con sus novatadas crueles y la degradación y corrupción de sus oficiales- se encuentra en un lamentable estado moral, aunque ha mejorado su presupuesto.
El nombramiento como ministro de Defensa de Anatoli Serdiukov, que hasta ahora dirigía el servicio de impuestos, es "otra humillación para el Ejército", según Mijaíl Deliagin, director del Instituto de Globalización. Serdiukov, de 45 años, cursó estudios de Comercio en Leningrado (hoy San Petersburgo) y en 1991, el año en que se desintegró la URSS, era director adjunto de Lenmebeltorg, la empresa de comercio de muebles de aquella ciudad. Luego, trabajó como empresario del sector de mobiliario hasta 2000, cuando entró en los servicios fiscales de San Petersburgo.
En febrero de 2004, continuó su carrera en Moscú y en junio de aquel año llegó a dirigir el servicio federal de impuestos, integrado formalmente en la estructura del Ministerio de Finanzas. Se le considera un hombre clave en la utilización de los servicios fiscales como instrumento de poder contra la petrolera Yukos. El diario Kommersant señalaba que Serdiukov está casado con la hija de Víctor Zubkov, otro funcionario de San Petersburgo, que dirige el servicio de investigación de los delitos financieros.
El tercer ascenso realizado por Putin fue el de Serguéi Naryshkin, de 52 años, un petersburgués que también pasa a ser vicejefe del Gobierno sin abandonar el puesto de jefe del aparato gubernamental. Según Kommersant, Naryshkin estudió junto con Putin en un instituto del KGB, institución en la que habría comenzado a trabajar mientras estaba destinado en la embajada de la Unión Soviética en Bélgica. En los años noventa trabajó en el banco Promstroibank de San Petersburgo como jefe de la sección de inversiones extranjeras. Al igual que Serdiukov, en 2004 llegó a la capital de Rusia y fue subiendo en el escalafón. Hoy forma parte de la junta directiva de Rosneft, la segunda empresa del petróleo del país, y de la directiva del primer canal de televisión.
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