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Entrevista:STEFANO BRUZZI | Coordinador de Observación de la Tierra (ESA)

"Los satélites miden ya una subida del nivel del mar"

Desde el cielo, a unos 800 kilómetros de altura, los satélites de observación de la Tierra son vigilantes privilegiados del clima del planeta y el cambio que está sufriendo. Desde su órbita abarcan todo el mundo y miden las corrientes oceánicas, las olas, las temperaturas, el plancton marino, los vientos, las nubes, los fenómenos extremos, los incendios forestales o los cambios en la agricultura... y todo ello, día a día, durante años. Además, están los satélites meteorológicos, que, desde 36.000 kilómetros de altura, proporcionan los datos para la predicción diaria, pero a la vez, al acumular la información de mucho tiempo, se han convertido en herramientas esenciales para los científicos del clima. Ahora, por los instrumentos que llevan, algunos satélites son mixtos meteorología-clima, como el Metop.

"Es necesario medir con precisión la humedad del suelo y la salinidad de los océanos, algo que hará el futuro satélite europeo 'SMOS" "El climatólogo analiza las series temporales para estudiar cómo cambian las condiciones en los varios elementos del sistema terrestre"

"El climatólogo analiza las series temporales de datos para estudiar cómo cambian las condiciones en los varios elementos del sistema terrestre", explica Stefano Bruzzi, coordinador de Programas de Observación de la Tierra de la Agencia Europea del Espacio (ESA).

En su despacho, a dos calles de la sede parisiense de la Unesco donde se culminó hace poco el nuevo informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), de las Naciones Unidas, Bruzzi enumera las aportaciones esenciales que los sistemas en órbita han hecho a la meteorología, primero, y al estudio climático, después. A medida que se han ido acumulando en las últimas dos décadas los registros, los científicos han descubierto las tendencias del cambio, del calentamiento global y sus efectos.

"Los satélites han medido ya, por ejemplo, una subida anual media del nivel de 3,1 milímetros, desde 1993", destaca Bruzzi. Y lo que es exclusivo y determinante de estos aparatos: dan una cobertura total del planeta. "Piense en la evolución de bosques y selvas: si se quisiera medir su extensión con estaciones terrestres harían falta millones de ellas, sería costosísimo y muy difícil, mientras que con los satélites se hace con gran precisión para todo el mundo y coste muy inferior", añade. El programa de Observación de la Tierra tiene ya una larga tradición en la ESA, señala Bruzzi, recordando el éxito, por ejemplo, de sus satélites ERS 1 y ERS 2, de los años noventa, y el más moderno Envisat.

Los hielos son otro problema que se abarca desde el espacio con enorme éxito. Las fotografías y los altímetros radar permiten hacer un seguimiento constante de la evolución de las superficies terrestres heladas y los océanos. Con la información tomada, por ejemplo con el satélite europeo Envisat, se sigue la evolución de los hielos antárticos y árticos, y se ha descubierto, entre otras cosas, que los glaciares de Groenlandia se derriten el doble de rápido de lo que se creía.

La energía de las olas, las corrientes marinas, la altura del mar, las temperaturas en todo el planeta, en el aire y en la superficie de las aguas, incluso la química atmosférica se mide constantemente. "Actualmente hay entre 150 y 200 equipos de observación de la Tierra en órbita, de diferentes países y agencias", señala Bruzzi. Muchos equipos son de amplia aplicación e, igual que los satélites meteorológicos han resultado muy útiles para los climatólogos, igualmente lo son los instrumentos concebidos para observar los cambios del uso de la Tierra, los incendios, o los procesos de urbanización.

Los científicos del IPCC no especifican en su informe qué satélites necesitan para mejorar su conocimiento del clima y obtener datos esenciales con que desarrollar y alimentar sus modelos informáticos de proyección, apunta Bruzzi, pero destaca que son las exigencias de la investigación y la orientación de los científicos las que marcan las agendas de los proyectos.

¿Y para el futuro, qué necesitan? "Además de series largas y continuadas de datos, los científicos identifican ahora cuatro carencias importantes que deben cubrir los satélites: una es la medición de las precipitaciones, las lluvias. También es necesario poner en órbita medios para medir con precisión la humedad del suelo y la salinidad oceánica, algo que se hará con el futuro satélite europeo Smos". La tercera urgencia es profundizar en la química atmosférica y tomar datos que permitan hacer análisis tridimensionales de los vientos a alta cota, apunta este experto. La cuarta es conocer bien la gravedad terrestre, algo que "es esencial para obtener medidas precisas sobre los cambios de nivel del océano, los perfiles de corrientes o la circulación oceánica porque el perfil de la gravimetría del planeta no es uniforme", dice Bruzzi.

En cuanto a los impactos del cambio climático, también se planea, por ejemplo, poner en órbita medios para medir con exactitud las costas. "En España, o en Italia, uno casi sale de casa y comprueba si la playa ha avanzado", dice irónicamente el experto de la ESA, "pero hay muchísimas zonas del mundo de las que no tenemos información precisa de este tipo, y los satélites son esenciales para recabarla".

Stefano Bruzzi, en la sede de la ESA en París.
Stefano Bruzzi, en la sede de la ESA en París.A. R.

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