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Las actividades ilegales de la CIA

Italia pone en marcha el primer juicio contra agentes de EE UU por una detención ilegal

Abu Omar, secuestrado en 2003 en Milán: "Me han convertido en una piltrafa de ser humano"

Enric González

La juez milanesa Caterina Interlandi presidió ayer la vista preliminar del juicio por el caso del ciudadano egipcio Abu Omar, presuntamente secuestrado por la CIA en Milán el 17 de febrero de 2003 y trasladado a una prisión de El Cairo, de la que fue liberado, tras casi cuatro años de reclusión, sin acusaciones el pasado fin de semana. Los acusados son 26 agentes de la CIA y dos antiguos responsables del espionaje italiano, el ex director del Servicio de Inteligencia Militar, general Nicoló Pollari, y el ex jefe de contraespionaje de la misma agencia, Marco Mancini.

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"Me han convertido en una piltrafa de ser humano", dijo ayer Abu Omar, en una breve conversación telefónica con un periodista de la agencia ANSA. "No puedo hablar, no puedo abandonar el país, no quiero ir otra vez a la cárcel, tengo que seguir sus instrucciones [de las autoridades egipcias] porque no quiero repetir esta experiencia", añadió la presunta víctima de un secuestro ilegal de la CIA. Abu Omar se encontraba en Alejandría, junto a su familia. Meses atrás, en una declaración escrita en la cárcel y trasladada al exterior por su abogado, detalló las torturas a las que había sido sometido y explicó que le habían dejado secuelas en los riñones y en el sistema nervioso.

El abogado de Abu Omar (de auténtico nombre Osama Mustafá Hassan), Montasser al Zayat, anunció a su vez que su cliente tenía la intención de presentar una demanda civil contra Silvio Berlusconi, reclamando una indemnización de 10 millones de euros, y que valoraba la posibilidad de intentar también acciones legales contra la CIA y contra la Administración estadounidense.

Ni el Gobierno de Silvio Berlusconi ni el de Romano Prodi quisieron trasladar a Estados Unidos las peticiones de extradición de los agentes de la CIA. El abogado de tres de ellos presentó ayer ante la juez Interlandi una petición para que sus clientes fueran desvinculados del proceso, alegando inmunidad diplomática. La ausencia de los agentes de la CIA no impedía, en cualquier caso, que fueran juzgados.

El principal obstáculo al juicio consistía en un recurso planteado ante el Tribunal Constitucional por el actual presidente del Gobierno, Romano Prodi, quien argumentó que varios puntos del sumario vulneraban el secreto de Estado. Berlusconi impuso el secreto sobre el caso y Prodi decidió mantenerlo, aunque se tratara de una actitud incoherente, ya que, oficialmente, la Administración italiana nunca supo nada del secuestro. El martes, en una entrevista al diario indio The Hindu, se ratificó en la incoherencia: "Mi Gobierno está en contra de cualquier tipo de secuestro", declaró, "pero el caso de Abu Omar está cubierto por el secreto de Estado, y según la ley hay documentos que no pueden hacerse públicos". Prodi se refería a 80 documentos relacionados con el sumario y a los acuerdos bilaterales suscritos por Silvio Berlusconi y el presidente de EE UU, George W. Bush, después de los atentados del 11-S. El contenido de esos acuerdos no se conoce.

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El principal acusado italiano, el general Nicoló Pollari, también argumentó ante el juez de instrucción que no podía defenderse sin divulgar secretos de Estado.

Uno de los testimonios cruciales en el próximo juicio podría ser el de la propia víctima, Abu Omar. No parecía probable, sin embargo, que Abu Omar pudiera regresar a Milán para testificar, dado que, pese a su excarcelación, permanecía en libertad vigilada y sin autorización para abandonar Egipto. Su hipotético regreso implicaría, además, su inmediata detención por supuesta cooperación con bandas terroristas: la Fiscalía de Milán le acusa de reclutar aspirantes al suicidio para enviarles a Irak. Cuando fue secuestrado, en febrero de 2003, Abu Omar ya era investigado por la policía italiana.

Pocas precauciones

Los fiscales mantenían la esperanza de que Abu Omar prestara declaración, pero no consideraban imprescindible la presencia de la víctima ni su testimonio. Según la acusación, el grupo de agentes estadounidenses, encabezado por Robert Seldom Lady, en esa época cónsul en Milán y jefe de la CIA en Italia, actuó con tan pocas precauciones que no supuso ningún esfuerzo reconstruir sus movimientos. Siguiendo la pista de los teléfonos móviles que utilizaron, la policía italiana comprobó que varios de ellos estaban presentes en el lugar y el momento del delito y que otro grupo, en el que figuraba Seldom Lady, acompañó a Abu Omar hasta Aviano (base militar estadounidense en territorio italiano). El secuestrado fue embarcado en un avión de alquiler y conducido a otra base americana en Ramstein (Alemania). Desde allí, también a bordo de un avión alquilado, de propiedad del equipo de béisbol Red Sox, Abu Omar fue llevado a El Cairo.

Pudo comprobarse también que los agentes celebraron el éxito de la operación con una fiesta en un hotel milanés, y que dos de ellos, pareja sentimental, se quedaron unos días más en Italia para disfrutar de un hotelito junto al mar. La fiscalía posee facturas que lo demuestran.

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