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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Acuerdo en La Meca

Como era inevitable cuando fuerzas árabes se reúnen en La Meca, y además convocadas por el soberano de los Santos Lugares del Islam, la Autoridad Palestina que preside Mahmud Abbas y Hamás, el movimiento terrorista que domina el Gobierno de la AP, han llegado a un acuerdo para formar Ejecutivo. Ante semejante concentración de poderes, terrenales y sobrenaturales, no hay árabe que se resista. Y ese acuerdo debería producir en lo inmediato un fin de la violencia, que ha causado 90 muertes en un mes, y una expectativa de reanudación de la ayuda económica, sobre todo de la UE, que es lo que permite a la AP llegar a fin de mes.

Pero esto último es dudoso porque el acuerdo parece inaceptable para Israel. El reparto de carteras es tan razonable como irrelevante: nueve y el mantenimiento de Ismail Haniya en la jefatura del Gobierno para Hamás; seis para Fatah, que dirige Abbas; cuatro para partidos menores, y otras tantas para independientes, que ocuparán Interior, Finanzas y Exteriores.

Pero lo que se dice con eufemismos es lo más notorio. El acuerdo anota que Hamás se compromete a respetar los intereses del pueblo palestino en relación con decisiones anteriores de la OLP, lo que significa que obedece, pero no acata, los acuerdos de reconocimiento mutuo con Israel de Oslo de 1993 y la Hoja de Ruta, en 2003; es decir, que admite la existencia de Israel pero sólo como un desiderátum intelectual, cuando de nuevo Jerusalén hacía constar que nada que no fuera reconocimiento pleno y renuncia al terror podía impresionarle. La UE, experta en silencios, esperaba más información para opinar, mientras Estados Unidos "estudia el documento".

El transparente objetivo real del acuerdo es lograr la reanudación de la ayuda, pero es raro que por este motivo Bruselas se desmarque de Washington, con lo que el portazo israelí puede valer para todos. Pero aun así, los palestinos esperan algún confort de la firma, como que Arabia Saudí haga buena su oferta de desembolsar más de 700 millones de euros. Estados Unidos, urgido de la alianza saudí contra Irán, podría mirar para otro lado ante la circulación de esos millones, que hasta hoy ha sido imposible girar a los interesados, por obstaculización de la banca occidental.

Lo que hay que exigir a Hamás es que negocie con Israel el mutuo reconocimiento, la renuncia al terror, y hacer más política y menos comunicados esotéricos; y a Israel que hable con sus enemigos, porque con los amigos no tiene mérito. Esta charada es una abominación a dos voces, cuyo mínimo común denominador es querer más de lo que una paz realista puede dar.

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