"Todos debemos hacernos diversos culturalmente para entendernos mejor"
El director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Deusto, Eduardo J. Ruiz Vieytez (Bilbao, 1968), sostiene que "no se trata tanto de integrar a los inmigrantes" que llegan a España, sino de "regular la convivencia entre diversos". Ayer participó en San Sebastián en el encuentro Derechos Humanos y diversidad: nuevos desafíos para las sociedades plurales, organizado por la Diputación guipuzcoana.
Pregunta. ¿Cómo entiende la gestión democrática de la diversidad?
Respuesta. Se trata de abrir la organización política, romper modelos establecidos desde hace mucho tiempo y permitir que el máximo posible de personas puedan vivir cómodas en esta sociedad a través de su identidad y no pese a ella. Hasta ahora hemos construido las comunidades políticas con un carácter muy cerrado. La sociedad cada vez es más diversa y exige que la política vuelva a negociar sus consensos básicos y referencias simbólicas.
"Los políticos son tímidos para acometer reformas porque se examinan a corto plazo"
P. ¿Este trabajo es más complicado en Euskadi, donde ya hay un debate sobre la identidad?
R. Por una parte, la realidad es más compleja. Pero, por otra, hay más oportunidades de negociar espacios compartidos, porque tenemos una tradición de compartir identidades o, por lo menos, de convivir identidades distintas. Esa tradición es una oportunidad para afrontar mejor la diversidad que en una sociedad monolingüe o monocultural, a la que esa diversidad le puede suponer una amenaza. Ya tenemos algo recorrido.
P. ¿Usted cree?
R. Somos una sociedad conflictiva, no hay duda. Pero es que todas las sociedades son conflictivas, o lo que sucede es que no han tenido la oportunidad de serlo. En cualquier sociedad diversa va a haber un nivel de conflictividad, pues la diversidad implica tener que aprender cómo es el otro, intentar ponerse en su situación.
P. En nuestro país operan ahora diversas religiones. ¿La Iglesia católica está dispuesta a ceder espacio?
R. Sí veo en determinados sectores de la Iglesia una actitud favorable a compartir, aceptar e interesarse por el que viene en una condición peor. Evidentemente, es una institución muy grande y hay un poco de todo. Quizá la asignatura pendiente es que dé un salto al tema de la diversidad, que entienda que no es la única comunidad religiosa y trate de encontrar espacios de diálogo interreligioso.
P. ¿Y qué opina de la gestión de las lenguas y de la educación que está realizando Euskadi ante el aumento de la inmigración?
R. Hay un plan de integración del alumnado inmigrante, pero no es un tema fácil. De repente, existe un fenómeno con el que no contábamos y hay que gestionarlo. Existen unas estructuras ya creadas y es muy complicado moverlas desde la administración y la sociedad. Lo fácil es decir que esto es un problema y es necesario personal especializado que trate el tema de la diversidad. Pero no vale con eso. Todos -el docente, el médico, el trabajador social, el funcionario, el periodista...- debemos hacernos diversos culturalmente para entendernos mejor.
P. ¿Qué cuestiones son las que usted propone?
R. Creo que es muy interesante aprovechar la reflexión que se está haciendo sobre los modelos lingüísticos para incorporar la diversidad lingüística que tenemos ya en el alumnado y ver cómo se pueden incorporar parcialmente algunas otras lenguas de instrucción. Sin embargo, las instituciones y los políticos son tímidos a la hora de acometer estas reformas, porque tienen un costo económico y electoral a corto plazo. Y no hay que olvidar que los políticos se examinan a corto plazo. Hay que hacer un esfuerzo para superar un debate partidista en este tema.
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