Las irregularidades urbanísticas de Mos generaron plusvalías multimillonarias
El concejal Ángel Sío, vinculado a constructoras e inmobiliarias, actuaba de "conseguidor"
Las operaciones inmobiliarias y urbanísticas en el Ayuntamiento de Mos, en numerosos casos fraudulentas y que han llevado a la instalación irregular de más de 1.200 empresas en el municipio, han generado plusvalías multimillonarias que se han repartido particulares. El concejal independiente Ángel Sío, con responsabilidades de gobierno en anteriores corporaciones, asoma como uno de los más beneficiados por el caos urbanístico en el municipio. El concejal está vinculado al menos a ocho empresas de construcción y promoción urbanística.
Ángel Sío Pérez, ingeniero técnico industrial de profesión, se incorporó hace 20 años al ayuntamiento de Mos como concejal del CDS. Después se integró en el PP y finalmente montó grupo propio, IMOS (Independientes de Mos), con el que ha concurrido a las últimas convocatorias electorales.
Ha colaborado en sucesivos mandatos con los alcaldes Justo González Ballesta y Ramón Alonso, ambos del PP. Ballesta dejó la alcaldía a Alonso para ocupar la dirección provincial de la Consellería de Transportes y Obras Públicas cuando la dirigía Xosé Cuiña y un escaño de diputado autonómico. En el último mandato, antes de cambiar el gobierno municipal en 2003, Sío fue concejal delegado de Infraestructuras y, como tal, miembro de la comisión de Urbanismo que informaba las solicitudes de licencia de obras.
En todo ese tiempo se ganó fama de "conseguidor", singularmente de las dispensas de uso del suelo que transformaban el suelo rústico en industrial y que están en la base de la extraordinaria proliferación de naves por todo el municipio. En unos casos las dispensas de uso se utilizaron para materializar proyectos de construcción y, en otros, para legalizar naves ya construidas subrepticiamente. Sío, además, firmaba proyectos de obras en tanto que ingeniero industrial. Entre 1997 y 2003, realizó 45 de los 104 proyectos de obras de naves industriales autorizados por el Ayuntamiento. Al comienzo de ese período, se convirtió en empresario.
La primera empresa, Servidega, S L, registrada en 1998 para dedicarse a servicios técnicos de ingeniería, arquitectura y urbanismo, la puso a nombre de su mujer, María de los Milagros Amorín da Costa. En 2005 declaró una facturación de 136.768 euros. Ángel Sío figura como apoderado.
Registró Galimos, S L, en 1999 para compra venta de fincas y construcción, compartiendo su administración con Jesús Martínez Souto, hermano de Carlos Martínez Souto, propietario de Mosprodega. Esta promotora, de la que Ángel Sío es apoderado, ha incurrido en notorias irregularidades en la tramitación y ejecución de naves industriales proyectadas por Sío y construidas por Galimos.
En la parroquia de Portela, por ejemplo, edificaron una nave que duplica el volumen autorizado. Construyeron un exceso de casi 42.000 metros cúbicos, de los que sólo se han valorado en las diligencias del expediente 3.200 metros cúbicos, es decir, menos del 8% del total. La valoración de esta pequeña parte asciende a 458.000 euros [véase EL PAIS del pasado 16 de enero]. Y no es el único caso. Galimos declaró en 2005 una facturación de casi dos millones de euros.
En 2001 Ángel Sío puso en marcha dos inmobiliarias, Galicaleta, SL, con Jesús Martínez Souto, su socio de Galimos, y Río Louro, S L, con Marcos Lino Rodríguez, apoderado a su vez, como el propio Sío, de Mosprodega. Y al año siguiente, a nombre de su esposa, Residencia Baixo Miño, S L, para la asistencia y servicios a niños, discapacitados y ancianos. Esta sociedad cambió más tarde esta razón social para dedicarse también a la promoción inmobiliaria, con Sío de apoderado.
En 2005, registró como socio único Proim Noroeste, S L, cuyo capital social salta, en apenas unas semanas, de 4.000 a 869.000 euros. Se dedica a la construcción y estudios relacionados. Representando a Proim Noroeste, Sío participa en otra constructora, Isibidinha de Comercio, S L, junto con Nicolás Martín Sanz, que representa a Esteruela de Inversiones, y José Antonio Navarro González, los tres como administradores mancomunados.
Plantas camufladas
El suelo edificable en Mos se cotiza actualmente, según fuentes diversas, a un promedio de 240 euros por metro cuadrado, y la construcción, a un promedio de 331 euros el metro cuadrado. La venta de espacio en naves, en fin, a un promedio de 783 euros el metro cuadrado. Estas cotizaciones permiten inducir las plusvalías multimillonarias generadas en la práctica común de no computar la edificabilidad de sótanos y semisótanos, convertidos de hecho en plantas normales, lo que ha duplicado las superficies de uso de las naves. Y ello, sin contar los beneficios generados por la compra de terrenos rústicos que posteriormente, con la construcción en marcha, se reconvertían a urbanizables, o la rapiña de terrenos, caminos de servicio público incluidos.
Licencias en cadena
Ángel Sío ha sido el proyectista de cabecera de Fonte da Portela, S L, para la que realizó 12 proyectos entre 1997 y 2003, y Mosprodega, para la que ejecutó nueve proyectos en el mismo periodo. Fonte da Portela, de la que es titular único José Luis Álvarez Ríos, es la principal propietaria del polígono del Rebullón, en el que se asientan unas 70 empresas y que nunca estuvo conectado a la red de alcantarillado ni de agua potable. Esta promotora sigue una práctica que se ha hecho común en Mos y que define la singularidad del sello Sío . Primero se solicita una licencia de construcción y, una vez obtenida, se añaden sucesivas peticiones de reestructuración y ampliación de la nave. Las obras alteran las rasantes del terreno y, al cabo, lo que inicialmente figuraba en el proyecto como sótanos y semisótanos, que no computan edificabilidad, se convierten en plantas útiles.
En estas prácticas ha mostrado singular eficacia Mosprodega. Utilizó las citadas argucias para obtener suplementos fraudulentos de edificabilidad en naves construidas en Portela y en Ameirolongo, parroquia de Sanguiñeda. La alteración de las rasantes permitió elevar las alturas hasta 15 metros cuando en ningún caso podía superar los 10 y las superficies de planta construida crecen ilegalmente con respecto a los planos, en el caso de Ameirolongo apoderándose de un camino público y de 15 metros en la distancia obligada de 50 con respecto a la vía férrea.
Pero Ángel Sío, en paralelo, rizaba el rizo. Un empresario empezó a construir una nave en terreno rústico en el alto de San Cosme, con proyecto de Sío y confiándole las gestiones para conseguir la dispensa de uso de suelo. "Me aseguró que podía resolverlo todo", declara. Pero, con la obra a medio hacer, todo empezó a torcerse. No conseguía la dispensa de suelo, se dispararon los precios de la construcción y, para pagar a sus empleados, este empresario se vio obligado a vender la nave en obras, amenazada de derribo desde el Ayuntamiento. Así se lo notificaron en 2002. Comunicó entonces que había vendido dos años antes terrenos, nave y licencias a Galimos. esta empresa obtuvo enseguida las dispensas y licencias que se le negaban al anterior propietario, aunque a su nombre, pese a constar en el Ayuntamiento que la propiedad había pasado a Galimos, que posteriormente se la vendió a terceros. "Me sentí engañado, claro. Pero fue un mal trago que quise olvidar enseguida".
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