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Reportaje:

Una familia 'sin papeles'

Dos niños, obligados a regresar a Bolivia sin ver a sus padres tras ser rechazados en Barajas

Pilar Álvarez

Han pasado tres años separados de sus dos hijos por miles de kilómetros. Pero el pasado miércoles, Ignacio R. y Patrocina, un matrimonio boliviano que vive en situación irregular en Madrid, acudieron al aeropuerto de Barajas muy ilusionados. "Al fin íbamos a poder abrazarlos", explicó él ayer. Pero no pudo ser. Los estrictos requisitos de inmigración hundieron los deseos del matrimonio de reencontrarse con sus hijos, Jonathan, de 12 años, y Allison, de 10.

Durante 48 horas, padres e hijos han estado separados sólo por unos tabiques. Ayer, los dos menores cogieron un vuelo de vuelta hasta Santa Cruz, en el país andino. Otras 10 horas de vuelo y unos mil euros por pasaje sin haber podido besar a su madre, que ha pasado los últimos días enferma presa de la angustia. "Qué duro estar tan cerca y no poder hacer nada", aseguró Ignacio.

Los menores llevan tres años sin poder encontrarse con sus progenitores

Los niños han estado estos dos días dentro del aeropuerto con otros 13 menores y una treintena de adultos, su tía entre ellos. Se quedaron en la sala de inadmitidos, una zona considerada legalmente como espacio internacional y que custodia la Policía Nacional. Un teléfono les comunica con el exterior. Disponen de duchas y tres comidas al día. Pero no pueden salir.

La ley de Extranjería permite una estancia máxima de 72 horas, que Allison y Jonathan no llegaron a cumplir. Cada día aterriza en Barajas una media de tres vuelos del país suramericano, con entre 700 y 1.200 pasajeros, según datos de la Embajada de Bolivia en España. Los agentes del Cuerpo Nacional de Policía rechazan a unos 70 diarios, que deben esperar un hueco en un vuelo de vuelta.

A partir del 1 de abril, la Unión Europea exigirá visado a los bolivianos y muchos intentan llegar antes de esa fecha. "Desde agosto estamos viviendo una avalancha", aseguró ayer

el embajador, Álvaro del Pozo. Viajan como supuestos turistas, pero su intención es quedarse en España.

Los motivos para frenar su entrada son tres: que no dispongan de una carta de invitación en regla, que no acrediten que tienen dinero o que no faciliten el destino donde vivirán.

Ignacio asegura que sus hijos "sólo venían a pasar una semana de vacaciones" acompañados de un adulto, como exige la ley. "Es muy doloroso, después de tres años, no haberlos visto estando tan cerca, mi mujer ha enfermado en estos dos días horribles", añade el padre.

La carta de invitación de los niños fue remitida por la Iglesia Evangélica a la que pertenece toda la familia, según explicó Ignacio, pero no cumplía todos los requisitos. "La presentaron como un documento privado sin respaldo notarial", explica Concepción Lorenzo, la abogada que tramita la regularización de Ignacio. "Les avisé de que tuvieran cuidado porque podían tener mala suerte, esto a veces funciona como una lotería", aseguró.

El Sindicato Unificado de Policía (SUP) denunció a principios de año que no disponen de personal ni de tiempo suficiente en Barajas para retener a todos los que llegan de forma irregular. Cada expediente de devolución consta de 14 folios y emplean más de una hora en redactarlo.

Desde la sala de inadmitidos, Allison habla al teléfono con una voz muy tenue: "Mi mamá me dice que esté tranquila, que todo va a ir bien". Le duele la tripa y está triste. "Nos mareamos en el avión y la comida no nos gusta". Su hermano casi no ha pegado ojo. Su tía Sandra asegura que pasaron frío y que compartió cama con su sobrina. "Aquí hay demasiada gente", indica.

Otros pasajeros del vuelo de Santa Cruz le quitan el teléfono para contar su caso. "He venido con mi bebé de dos años, éstas no son condiciones para un niño", asegura Richard Suárez, de 39 años. "Mi pequeño ya no quiere estar aquí", cuenta Elena Bazán, de 47 años, que viajó con sus nietos de 5 y 3 años. "No me han querido dar leche para ellos ni las maletas para cambiarlos de ropa", añade. Su abogado, Alberto Rodríguez, señaló que va a presentar un recurso porque todos los documentos de su clienta están en regla. Un funcionario de la Embajada acudió al aeropuerto ayer por la tarde para interesarse por sus compatriotas. No constataron ninguna irregularidad en el trato, según el embajador. "Hemos solicitado al Ministerio de Exteriores que los retornos sean más rápidos", añade. La Cruz Roja, que presta atención en la sala, tampoco tiene constancia de ningún informe negativo de la sala de inadmitidos de Barajas, según explicó un portavoz. Por la noche, cuando el vuelo había partido, Ignacio pidió un último favor. "No ponga mis apellidos, ya hemos comprado otro billete para mis hijos y lo vamos a volver a intentar".

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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