"Me ayuda a tener la mente en algo útil"

Contar los días, las horas, los minutos, los segundos. Descontar el tiempo que queda de condena. Recordar, una y otra vez, el delito, el momento en el que se pierde la libertad. Esto es lo que hace la cabeza de un recluso. Luis Aguado y José Antonio Martín, de 38 y 39 años, sentados frente a una mesa de la pequeña biblioteca de la cárcel Provincial de Córdoba, explican cómo la vida se puede reducir a esos tres verbos: contar, descontar y recordar.

"Si entras en la rutina, las paredes te comen [...]. En la cárcel, tu mente retrocede, vas para atrás y te estancas", cuenta José Antonio. "Las conversaciones con los compañeros son sobre los delitos que se han cometido, sobre quién es más valiente... No te reportan nada", añade Luis.

Pero estos dos reclusos se han buscado un refugio de un puñado de metros cuadrados: la biblioteca de la prisión y sus 12.800 volúmenes. Y, entre ceja y ceja, se han marcado una meta: conseguir una titulación universitaria.

Luis cumple una condena de 16 años por un delito de narcotráfico. Estudia Administración y Dirección de Empresas. Su compañero José Antonio, con el que comparte las labores de coordinación de la biblioteca del penal, está en la cárcel por estafa. Estudia Turismo.

"Me ayuda a tener la mente en algo útil", contesta Luis cuando se le pregunta por qué decidió matricularse en Administración y Dirección de Empresas: "Acabar la carrera es un reto para mí". Para José Antonio cursar los estudios de Turismo a través de la UNED es "una oportunidad" que "mucha gente de la calle ni siquiera tiene". "Yo lo único que estoy haciendo es aprovecharla", dice.

José Antonio se matriculó en Turismo a finales de los años ochenta, "en la calle". "Pero tuve que renunciar a los estudios porque encontré trabajo". Ahora, ya en la cárcel, ha vuelto a recuperar esa aspiración. Dice que es una carrera útil, "con futuro y con salidas". Cuando salga de la prisión le gustaría trabajar en ese sector.

Igual que Luis, quien dice que lleva ligado al mundo de la empresa desde los 18 años. "La carrera me aporta conocimientos que no tenía y me confirma otros que ya tenía". Cuando salga de la prisión, espera volver a montar una empresa de movimiento de tierras como la que antes dirigía. "Quiero olvidar el paso que di y que me trajo hasta aquí", asegura.

Los dos presos están internos en el módulo número ocho de la prisión. Según la dirección del centro, allí es donde están agrupados los internos que estudian alguna carrera.

Luis está terminando el primer curso y tiene algunas asignaturas de segundo. José Antonio está en la misma situación. "Si no termino la carrera aquí, lo haré en la calle", sostiene José Antonio.