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Reportaje:

Evo Morales, un año después

El balance del presidente de Bolivia mezcla la frustración de algunos sectores que le auparon con las mejoras económicas, ayudadas por el precio de las materias primas

Ayer hizo un año que Evo Morales inició su andadura como presidente de Bolivia, y el balance de su gestión mezcla el triunfalismo que le ha arropado durante gran parte de este primer año, con el desconcierto y la frustración de algunos sectores sociales y con una evidente mejora de las magnitudes económicas, ayudadas por los altos precios de las materias primas y la política de austeridad impuesta por el presidente.

Evo Morales, un dirigente cocalero transformado en el primer presidente aimara de Bolivia, con el 53,7% de los votos y en representación del Movimiento Al Socialismo (MAS) en las elecciones de 2005, se ha convertido ya en una figura que acapara la atención mundial y también la de los medios de comunicación.

Lo peor ha sido el saldo de una veintena de muertos en enfrentamientos
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Morales, para los bolivianos, encarnaba la esperanza del cambio en democracia. Pero tras un año de gestión bajo el lema de una revolución democrática y cultural ha revelado síntomas de comportamientos erráticos. Lo peor, con todo, ha sido el lamentable saldo de más de una veintena de muertos por enfrentamientos fratricidas, según un documento de los sectores sociales de Cochabamba, que reúne las observaciones de los que impulsaron su ascenso y de quienes aún aspiran al cumplimiento de las metas fijadas por los genuinos movimientos sociales.

La expectativa que despertó la victoria de Morales, vista como la llegada de un hombre proveniente de los sectores excluidos que iba a presidir un Gobierno de unidad y sin exclusiones, se vio frustrada por un inesperado discurso disgregador. "Lo que falla es la actitud de no buscar integración, unidad y respeto a la diversidad", opina el analista José Antonio de Chazal.

Coincide con él el socialista Jerjes Justiniano, que defiende la gestión de Morales pero admite que el discurso integrador se ha cambiado por uno "indigenista, y eso es un fenómeno de desintegración y de exclusión".

"Pedimos un cambio en la economía del país, que pasaba por la nacionalización de los hidrocarburos. No ha ocurrido tal, pues [la emprendida por Morales] simplemente significa un cambio en los términos de los contratos" con las empresas petroleras, secretario ejecutivo de los trabajadores de la industria, afirma por su parte Óscar Olivera, que en el año 2000 dirigió la Coordinadora del Agua.

El asunto del reparto de tierras ha merecido un "cambio tibio", pero ha causado tanto revuelo que, en palabras de Olivera, "creo, y ruego equivocarme, es el más grave, ya que va a definirse en un escenario de fuerza y no en uno de cambio en el seno de la Constituyente. Los latifundistas se están preparando para eso y los indígenas no van a contestar con pañuelos blancos".

El divorcio entre Morales y las bases que en las ciudades le auparon a la presidencia no se debe solamente al incumplimiento de la agenda, sino al sangriento desenlace de los recientes disturbios de Cochabamba, originados por la exigencia popular de que dimita el prefecto (gobernador), Manfred Reyes Villa, por una supuesta traición al apoyar el movimiento autonómico.

La petición de dimisión fue una iniciativa de los movimientos sociales, de la que rápidamente se desligaron algunos líderes del MAS. El propio presidente Morales desautorizó la semana pasada la creación de una Administración paralela, en sustitución de la legítima de Reyes Villa, proclamada por algunos radicales.

Entretanto, en La Paz, las voces contrarias a la tendencia a controlarlo todo y a condenar las ideas discrepantes en el seno del MAS han comenzado a hacerse oír. Lo mismo ocurre entre los constituyentes invitados (personalidades independientes que aceptaron la invitación de Morales a participar en la redacción de la Constitución), que fueron silenciados y no tienen muchas posibilidades de influir en el nuevo texto.

Por otra parte, los líderes regionales ven también con preocupación la política gubernamental frente a las autonomías y a la gestión de los prefectos, especialmente después de que, gracias a los nuevos contratos petroleros, los departamentos productores de crudo -que, coincidentemente, son los que defienden las tesis autonomistas- hayan visto aumentados sus presupuestos.

Las posiciones antagónicas entre los poderes del Estado, el nacional y los regionales son el origen de los graves enfrentamientos en Cochabamba y de las fuertes discrepancias con Santa Cruz, el primer departamento en importancia económica del país.

Por lo demás, la economía sigue como nunca: boyante. Los precios internacionales de las materias primas, especialmente de los minerales, y la política de austeridad aplicada por Morales, que ha reducido casi a la mitad el salario de los funcionarios, han hecho que por primera vez en muchos años se registre un superávit en las cuentas nacionales. Pero casi medio millón de ciudadanos han emigrado durante este año a Europa en busca de mejores condiciones de vida.

El presidente de Bolivia, Evo Morales, durante su intervención ayer ante el Congreso Nacional.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, durante su intervención ayer ante el Congreso Nacional.EFE

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