Kosovo, el limbo de Europa
El estatuto de la provincia serbia gobernada por la ONU es una de las prioridades de la presidencia alemana
La discusión sobre el estatuto político de Kosovo constituye uno de los asuntos fundamentales de la agenda de la presidencia alemana de la UE, durante el primer semestre de 2007. La separación de este histórico territorio de Serbia provoca serios recelos en Rusia, tradicional aliado de Belgrado. Las cartas se pondrán encima de la mesa tras las elecciones parlamentarias serbias del próximo 21 de enero. La difícilmente evitable independencia de Kosovo amenaza con otra sacudida de alto riesgo para los ya desangrados Balcanes.
España, Italia y Rumania se oponen a la independencia del territorio
La hipótesis de que la región se separe de Serbia provoca serios recelos en Rusia
El proceso hacia la independencia de esta región del sur de Serbia, con dos millones de habitantes, en un 90% albaneses kosovares, ha puesto especialmente en guardia a Rusia. El presidente Putin expresó su malestar por este proceso en la cumbre Rusia-UE, celebrada a finales de noviembre en Helsinki. Putin advirtió sin disimulos a los dirigentes europeos José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión; Javier Solana, Alto Representante de la UE; el primer ministro de Finlandia, Matti Vanhanen, y la comisaria de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, de que la creación de un nuevo Estado tendría consecuencias para "todos" refiriéndose a las posibles demandas de autodeterminación tanto en varios Estados de la UE como en Rusia.
En Europa, la discrepancia de posiciones ya se había puesto de manifiesto en el Consejo de Ministros de Exteriores de la UE de noviembre. Los ministros analizaron el informe sobre los progresos realizados por Kosovo, donde la inmensa mayoría de la población albanesa aspira a la independencia. En el Consejo, España, Italia y Rumania expresaron su rechazo a cualquier iniciativa que conduzca a la separación de Kosovo de Serbia.
El secretario de Estado para las Relaciones con la UE, Alberto Navarro, no dejó dudas sobre la oposición de España a la independencia de Kosovo. Precisó que el hecho de que "la comunidad internacional imponga el derecho de autodeterminación a una región de un país soberano no nos parece que sea una solución en los Balcanes". Italia y Rumania expresaron una posición similar. Navarro pidió a la UE que diera "una señal de apoyo" a Serbia para evitar que este país se encuentre "en un agujero negro". La reciente pérdida de Montenegro, tras un aplastante referéndum, ya significó una dura digestión para el país.
El ministro de Exteriores italiano, Massimo D'Alema, matizó la posición de su Gobierno al señalar que "las grandes líneas van hacia una forma de independencia con las limitaciones y las garantías de los organismos internacionales". Una fuente comunitaria que sigue el proceso muy de cerca apunta hacia "un tipo de independencia, sin bandera, sin sitio en la ONU, pero con presencia en los organismos económicos internacionales, como el FMI y la OCDE".
Los más fervientes entusiastas de conceder la independencia a los albanokosovares, como una medida para estabilizar la región, son Reino Unido, Eslovenia, República Checa, Polonia, Suecia, Hungría y los estados bálticos.
Tras la seria advertencia de Putin en Helsinki, la última palabra la dirá Rusia, con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde se debe aprobar el futuro régimen político del territorio de los kosovares albaneses.
La incertidumbre sobre el futuro político de esta región mantiene abiertas las heridas entre los casi dos millones de albaneses y la minoría serbia, que no llega a las 100.000 personas. La falta de estabilidad en el territorio supone una dificultad añadida para sacar de la pobreza a unos ciudadanos que subsisten con una mísera renta per cápita de 1.100 euros, la más baja de todas las regiones de la UE.
Kosovo se encuentra bajo la administración provisional de la Misión de Naciones Unidas para la Administración Provisional de Kosovo (UNMIK) desde que finalizó la guerra en 1999, de acuerdo con la Resolución 1.244 del Consejo de Seguridad. Una fuerza de 17.000 soldados de la OTAN, pertenecientes a 30 países, mantiene la situación estabilizada. La resolución del Consejo acordó el establecimiento de una administración provisional en la provincia con "una autonomía sustancial dentro de la República Federal de Yugoslavia". El proceso político puesto en marcha ha permitido la transferencia de competencias a las nuevas instituciones locales elegidas democráticamente. Sin embargo, "los serbios de Kosovo han continuado rechazando la participación en las instituciones provisionales", según el reciente informe de la Comisión.
Serbia se opone frontalmente a la pérdida de una parte de su territorio, fuertemente enraizado en sus orígenes nacionales, con grandes connotaciones religiosas. No obstante, ciertos sectores intelectuales y europeístas serbios estiman difícil mantener la unidad del país cuando los aspirantes a la independencia son tan elevados y no consideran más digerible una decisión impuesta desde una instancia internacional, según fuentes comunitarias.
En noviembre de 2005, el secretario general de la ONU nombró al ex presidente finlandés Martti Ahtisaari como enviado especial para que pusiera en marcha el proceso de la definición del estatuto de Kosovo. Las conversaciones entre Pristina y Belgrado para la búsqueda de una solución negociada empezaron el pasado febrero. Unos meses después, Ahtisaari anunció su propósito de presentar una propuesta antes de final de este año. El aplazamiento de las elecciones al Parlamento de Serbia al 21 de enero, aconsejó a Ahtisaari postergar también la presentación de su propuesta hasta febrero, para no influir en los comicios.
Para la Comisión, el establecimiento de un estatuto "daría un nuevo ímpetu a las autoridades de Kosovo para progresar en las reformas en imperio de la ley, economía y administración pública". El comisario de Ampliación, Olli Rehn, expresó su preocupación por los retrasos, siete años después de la guerra, por los riesgos de mantener a "la zona en el limbo durante más tiempo".
En el limbo de Kosovo, un 37% de la población vive en la pobreza, de la que el 15% se encuentra en la extrema miseria, según el Banco Mundial. El paro oscila entre el 42% y el 45% de la población en 2005. El número de buscadores de empleo creció el año pasado un 6% y alcanzó a 323.000 personas el pasado junio. Sin embargo, el desempleo real debe de ser más bajo, según las fuentes locales, debido al considerable peso de la economía sumergida.
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