El taxi de la memoria
Una familia de Ponteareas pleitea en los juzgados para recuperar una licencia arrebatada por los franquistas en la Guerra Civil
Bernardo Muiños fue taxista pionero en Ponteareas. En 1933 compró un Hudson de ocasión y encontró el medio de vida que colmaba sus ambiciones. Salvó la vida a muchos ponteareanos llevándolos a Portugal en los primeros meses de la Guerra Civil. En 1937 el Ejército requisó el coche y mandó al taxista a cavar tumbas, previo paso por la cárcel de Vigo. Nunca recuperó el Hudson. Ni la licencia de taxista, cuya rehabilitación acabó pidiendo hasta el ex alcalde falangista Pepe Castro. Pero los taxistas de Ponteareas pidieron más formas y el asunto anda en pleitos desde hace 15 años. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) está a punto de fallarlo definitivamente, con el rumboso Hudson en paradero desconocido.
Las tropas franquistas le requisaron el coche, del que nunca más volvió a saber en vida
Bernardo Muiños salvó al alcalde y a otros vecinos republicanos llevándolos a Portugal
Bernardo Muiños sobrevivió en el franquismo como conductor asalariado, gracias a la solidaridad de algunos paisanos, y añorando siempre aquel Hudson que él había comprado con toda ilusión en Vigo. Era el coche de un significado industrial que decidió venderlo por cambiar de vida, ya que tanto él como su entorno familiar y social vinculaban el Hudson a una relación extraconyugal que tocaba a su fin por voluntad del propio empresario. Bernardo Muiños transformó la oportunidad de ese desamor en taxi con el que ganarse la vida y, luego, ya como taxista, mucha popularidad por su simpatía con la clientela de Ponteareas en sus carreras por las parroquias del municipio o en otras más largas si lo precisaban.
En ésas estaba cuando estalló la Guerra Civil.
"El Hudson de Muiños tuvo una importancia logística de primer orden en los inicios de la guerra", sostiene el historiador Ángel Rodríguez Gallardo, autor de O ruído da morte. A represión franquista en Ponteareas, 1936-1939. El alcance preciso de esta represión no ha sido fijado "por las dificultades de acceder, aún hoy, a algunos archivos, pero fue muy intensa y cruel", afirma Gallardo. No lo reflejan los archivos municipales, expoliados a raíz del conflicto, y otras fuentes, como las del Registro Civil de Pontevedra, también le han sido vetadas al historiador con el argumento de preservar "de la publicidad general e indiscriminada" las causas de fallecimientos que deseaba investigar "por afectar al derecho a la intimidad de las personas".
En aquellos momentos duros del comienzo de la guerra,Muíños cargaba el Hudson con víctimas potenciales de las patrullas de la muerte y, sorteándolas por itinerarios propios, las ponía a salvo en Portugal. El último alcalde republicano de la localidad, Benito Casasnovas, fue uno de sus pasajeros. Luego pudo vivir en Sudamérica y volver anciano a la villa natal "para fallecer, olvidado de todos", señala el historiador.
A Muiños, por sus carreras clandestinas, lo metieron en la cárcel de Vigo, primero, y luego le pusieron a cavar tumbas. Murió en los años sesenta con el dolor de no haber recuperado ni la licencia ni su taxi, y ahí cogió el testigo su hija Peregrina, que incorporó el sueño paterno como una obsesión. Llega exhausta al final del recorrido. Quince años de pleito dan para perder muchos juicios y eso le pasa a ella, ya con poco que ganar.
La Comisión de Gobierno del Ayuntamiento de Ponteareas, con Pepe Castro en la presidencia, acordó en 1991 la rehabilitación de la licencia a nombre de Bernardo Muiños Pereira. La recibió Peregrina, como su heredera, que la vendió a un familiar antes de que los tribunales sentenciaran la titularidad. Todavía no lo han hecho, aunque nadie haya cuestionado ese tema. El caso de Muiños como represaliado del franquismo no era lo que ponían en tela de juicio los taxistas cuando recurrieron la rehabilitación de la licencia. En Ponteareas hubo otros expolios de represión económica, pero el del taxi podía acreditarse en la memoria popular. Nadie la cuestionó. El recurso de los taxistas locales negaba al Ayuntamiento competencia para considerar represaliado a Muiños: tendría que hacerlo otra institución.
El TSXG anuló la restitución de la licencia por cuanto no se probaba que Muiños hubiese sido represaliado del franquismo. El Ayuntamiento de Ponteareas respondió con un recurso de casación ante el Tribunal Supremo, que fue estimado. El TSXG, según el Supremo, había introducido en la causa nuevos elementos, había ignorado los argumentos de los recurrentes y, en procedimientos como el de marras, sólo puede discutirse la revisión dentro de los estrictos límites de los motivos de revisión que invoquen los recurrentes.
Bernardo Muiños tuvo la tercera licencia de taxista de Ponteareas, hay un documento que prueba la incautación de su coche y declaraciones juradas tomadas en los años noventa a testigos que lo confirman y... que ya han ido muriendo. Todo asegura que Muiños era propietario del Hudson. "Nadie certificaba entonces que 'Fulano de Tal ha colaborado en cavar fosas'", dice Gallardo. "Si el TSXG insiste en que no consta que sea un represaliado, es que aún no quieren ver las cosas evidentes".
Al Hudson, mientras, se le perdió la pista en Lugo: lo disfrutaba un cargo del Régimen. Ahora creen que podría estar en Portugal, como pieza de museo. Los grupos implicados en los rescates de la memoria histórica lo consideran un símbolo de la represión económica del franquismo, que el TSXG no acaba de reconocer en el caso de Bernardo Muiños.
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