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Mas exige a sus críticos que eviten los debates en público y se centren en las elecciones municipales

Cuadros convergentes critican a Duran por plantear ahora la entrada en el Gobierno central

Miquel Noguer

Con el argumento de que no hay que dar gasolina a los "adversarios", el líder de Convergència Democràtica, Artur Mas, impuso ayer la ley del silencio, al menos de puertas afuera, al grupo de dirigentes del partido que recientemente ha cuestionado su forma de dirigir la formación. En el marco del Consejo Nacional de CDC, Mas insistió en que los debates deben hacerse "de manera que después no acaben restando fuerza al proyecto", máxime cuando hay elecciones municipales a la vuelta de la esquina. Algunos dirigentes territoriales también intervinieron para reprochar al líder de Unió, Josep Antoni Duran, que plantee ahora la entrada de CiU al Gobierno central.

A sabiendas de que las espadas están en alto y que las elecciones de mayo podrían decidir en Convergència mucho más que cuántos concejales consigue la formación nacionalista, Artur Mas recurrió ayer al fem pinya de Jordi Pujol para atajar cualquier conato de rebelión interna a cinco meses de los comicios. En su discurso ante unos 400 cuadros del partido, Mas se mostró partidario de un debate "intenso dentro del partido" y uno "extenso, sobre ideas, con la sociedad", pero reiteró una y otra vez que las críticas en público no pueden llevar nada bueno a la formación nacionalista. La ropa sucia se lava en casa. Con todo, Mas se comprometió a ir "acelerando en el futuro" el debate interno.

Según varios dirigentes de CDC, antes de la intervención de Mas, algunos cuadros del partido salieron en defensa del líder, de su estilo, y en contra de quienes lo critican a través de los medios de comunicación precisamente por su estilo de dirigir el partido. "Las cosas deben discutirse aquí, no en la prensa", reiteraron varios de ellos.

Con todo, y a diferencia del acalorado enfrentamiento que el núcleo más cercano a Mas mantuvo con sus críticos en la reunión de la Ejecutiva de la semana pasada, la discusión no alcanzó cotas de gran voltaje. Quienes critican que Mas sólo escuche y delegue en su reducido núcleo de confianza -formado por David Madí, Quico Homs y Oriol Pujol Ferrusola-, a la vista de que se encontraban en minoría declinaron reproducir sus envites contra el estilo de Mas. Uno de ellos, Antoni Fernández Teixidó, ni siquiera asistió al Consejo y Antoni Vives, vicesecretario de Militancia, tomó la palabra para mostrar su "lealtad" al líder convergente. Vives instó, también, a centrarse en las municipales y a redoblar los esfuerzos en la capital catalana, donde ve posible una victoria convergente.

En mayor o menor medida, estos y otros dirigentes han criticado últimamente no sólo la falta de debate interno en CDC, sino también los bandazos ideológicos que ha protagonizado la formación en los últimos tiempos y que, en su opinión, mantiene en la perplejidad más absoluta a su electorado tradicional.

El cierre de filas en torno a Mas fue, pues, la nota dominante del Consejo Nacional. Colocó la guinda a casi cinco horas de intervenciones el ex presidente Jordi Pujol, que hizo válido el discurso de Mas en el sentido de convertir a Convergència en la "casa grande" del catalanismo, una expresión que entiende como una puesta al día de su concepto de pal de paller de Cataluña.

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Pujol cerró un turno de intervenciones que no sólo estuvo marcado por la voluntad de Mas de frenar cualquier debate que pueda perjudicarle. Varios dirigentes territoriales expresaron también su malestar con el líder de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran Lleida. El motivo no es otro que el momento escogido por Duran para abrir el debate sobre la incorporación de Convergència al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Mas no se refirió a ello en su discurso ante la militancia, la única parte del Consejo Nacional abierto a los periodistas. Esta intervención, centrada en el futuro de CiU y en acallar las críticas, fue seguida de grandes aplausos. La ovación hacia el líder, con el auditorio de pie, se prolongó hasta que periodistas y cámaras abandonaron la sala a instancias de los organizadores.

Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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