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Columna
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Bochorno

Sobre lo que ocurre en Euskadi, sobre el espectáculo que están dando los políticos, sobre la confusión que deben de sentir los familiares de los asesinados en Barajas, sobre la desorientación que invade a la ciudadanía y sobre todo este lamentable asunto se extiende un inmenso manto de bochorno. El pasado jueves Pernando Barrena invitó a la ciudadanía a sumarse a la manifestación convocada por el lehendakari Ibarretxe. Supongo que el testimonio no tiene la más mínima importancia, pero no me resisto a hacerlo público: si Barrena me dice que vaya a alguna parte, yo voy a decir que no.

Aún eran más difíciles de entender algunas de las circunstancias que nos han llevado a la situación presente, entre ellas la convocatoria de manifestación realizada desde el Gobierno vasco. El lema bajo el que se había convocado, "Por la paz y el diálogo" resultaba impertinente a la vista del atroz atentado en el aeropuerto de Barajas. El lema se volvió aún más absurdo tras el comunicado de ETA, en que se reservaba al mismo tiempo los derechos de dialogar y de abrir fuego. El lema se hizo definitivamente intolerable el jueves, cuando Batasuna declaró su intención de acudir a la manifestación. Y el lema devino surrealista, hasta un punto no conocido en nuestra historia política, cuando el Gobierno vasco pidió públicamente a aquella formación que aclarara "de buena fe" si con su presencia iba a reclamar el fin de ETA. La pregunta superaba todas las convenciones de una interrogación retórica; era en sí misma estúpida e inútil, porque todos sabíamos la respuesta: Batasuna, al sumarse a la manifestación, no reclamaba el fin de ETA. La comparencia del lehendakari, el jueves por la tarde, rubricaba la confusión: añadía al lema un concepto claro y contundente ("Exigimos a ETA el final de la violencia") pero ahondaba en las divisiones de partido lanzando una innecesaria andanada a los socialistas y pidiendo, casi de forma explícita, que no acudieran a la manifestación. Nada de eso tenía sentido cuando los socialistas habían sido, junto a la dirección del PNV, los únicos agentes razonables dentro del despropósito general en que vivimos desde el atentado de Barajas.

A la hora de escribir estas líneas, Batasuna elucubra sobre acudir o no a la manifestación, barajando la posibilidad de hacerlo de forma separada. Pero parece irrelevante la decisión que hayan tomado: muchos no estaremos en una de las concentraciones más grotescas de la reciente historia de Euskadi. Y subrayo lo de Euskadi, lamentándolo mucho por la Euskal Herria hegemónica. Jamás agradeceré lo suficiente a los radicales que hayan abandonado el uso de la palabra Euskadi, porque el país del que me hablaban de niño, mi país, tiene muy poco que ver con la Euskal Herria de los terroristas. Ojalá algunos tengan la vergüenza de recordar lo mejor del viejo patriotismo vasco, demócrata, europeísta y cristiano, y sacudirse la fascinación que sienten por el tercermundismo político y el socialismo revolucionario y radical.

Fue desalentador, cuando Batasuna anunció su presencia en la manifestación de Ibarretxe, que el Gobierno vasco pidiera "aclaraciones". Batasuna no tenía nada que aclarar, Batasuna se adhería a una manifestación "por la paz y el diálogo". Eran otros los que debían aclararse antes de lanzar propuestas incoherentes, desprovistas de coraje ético y político, y que ponen en bandeja, a la minoría que atormenta este país desde hace generaciones, la posibilidad de seguir tomando iniciativas. Dígannos dónde, cuándo y cómo se dice no a ETA. Pero dejen de practicar el buenismo y la confusión.

En este país donde se está alentando, desde instancias políticas, medios de comunicación y toda clase de asociaciones subvencionadas por dinero público, un vergonzoso antiamericanismo, convendría recordar aquellas palabras de Lincoln en uno de los momentos más dramáticos de la historia de su país: "Si la esclavitud no está mal, es que nada está mal". Y quien deba pensárselo dos veces antes de definir, aquí y ahora, en qué se cifra nuestra esclavitud más inmediata no debería tener derecho a pensárselo otra vez.

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