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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Duelistas del abracadabra

Javier Ocaña

Desde luego no deja de llamar la atención que en apenas unos meses se estrenen dos películas ambientadas en el enigmático (y poco transitado) mundo de la magia profesional de finales del siglo XIX e inicios del XX. Si entre las productoras se espían para llevar a cabo sus proyectos, quizá sea materia de investigación privada, pero lo cierto es que aquí llega El truco final (El prestigio), poderosa intriga dramática dirigida por el prestigioso Christopher Nolan en la que, al igual que ocurría en El ilusionista, de Neil Burger, se reflexiona sobre la dualidad entre realidad y ficción, ignorancia e intelecto, vida y muerte, apariencia e ilusión, ciencia y razón.

Menos romántica aunque más misteriosa y ágil que la cinta de Burger, la película se beneficia del poderío visual de Nolan, autor que desde que dejara patidifusa a la audiencia con su estructura narrativa para Memento (2000) no ha dejado de parir productos de vigorosa puesta en escena (Insomnia y Batman begins). Como los dos protagonistas de su historia, Nolan es un prestidigitador de la mentira, un artista del despiste que ya desde el primer plano y la primera frase avisa al espectador de que lo que va a ver en realidad no es más que un juego: "¿Estáis atentos?". A partir de ahí, dos horas largas de fuegos de artificio con los que no se puede despegar la vista, pero que, como ocurre con los trucos de magia cuando se descubren, una vez resuelta la trama, ésta va perdiendo fuelle en la memoria.

EL TRUCO FINAL (EL PRESTIGIO)

Dirección: Christopher Nolan. Intérpretes: Hugh Jackman, Christian Bale, Michael Caine, Scarlett Johansson. Género: intriga dramática. EE UU, 2006. Duración: 128 minutos.

A pesar de ello, hay un aspecto en El truco final que, más allá de la resolución del llamado "prestigio", el número estrella de ambos magos que ocupa la última parte de la película, continúa perdurando en el tiempo: la fascinante personalidad de los dos ilusionistas. Como en el relato de Joseph Conrad Los duelistas, la historia de una interminable contienda entre dos oficiales de Napoleón a través del espacio y del tiempo, los protagonistas de la película inician una sangrante y malsana rivalidad en la que parece que lo único importante es ser mejor que el otro. Aun a costa de la propia vida. En palabras de Conrad, que se funden a la perfección en la trama de Nolan: "Como dos artistas dementes empeñados en dorar el oro o en teñir una azucena, prosiguieron una lucha privada en medio de la universal contienda". Esa existencia basada en la sorpresa del contrario es la que realmente perdura en la memoria del espectador después de que éste logre hacer desaparecer su boquiabierto gesto. Abracadabra.

Adaptación de la novela de Christopher Priest.Vídeo: El Pais.es
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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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