"Hay más sociovergencia en la presidencia de La Caixa que en las sedes de PSC y CiU"
Joan Ridao (Rubí, 1967) acaba de editar (Atelier) la tesis que le valió la calificación de cum laude, Las coaliciones políticas en Cataluña, 1980-2006, un exhaustivo estudio sobre los gobiernos de coalición desde la restauración democrática. Ridao, sin embargo, se extiende sobre todo en las negociaciones que alumbraron el primer Gobierno de izquierdas en Cataluña, presidido por Pasqual Maragall, que vivió en primera persona como dirigente de Esquerra Republicana.
Pregunta. Las coaliciones de Gobierno en Cataluña, desde 1980, ¿son homologables a las del resto de Europa?
Respuesta. Se enmarcan en la plena normalidad europea y además, repasando las coaliciones desde 1980 a 2006, la conclusión es que este tipo de gobiernos ofrecen una respuesta equilibrada y estable cuando ninguna fuerza política obtiene una mayoría suficiente para gobernar.
P. Pero usted, en contra de la opinión de Maragall en el prólogo, sostiene que hay una basta cultura de coaliciones en Cataluña.
R. De hecho, la historia de las coaliciones en Cataluña viene de lejos, el pacto Esquerra-Unió Socialista de Catalunya, los gobiernos de concentración durante la Guerra Civil o experiencias, en la etapa predemocrática, que no son coaliciones explícitas pero sí prefiguraron un escenario propio, como la Asamblea de Cataluña. En la praxis más estricta, los de Convergència i Unió, o de CiU con ERC o la reciente del tripartito. Además de una casuística enorme en el área local.
P. ¿Podemos considerar gobiernos de coalición a los de CiU si no hubo un enfrentamiento electoral previo?
R. Es una cuestión muy debatida por los expertos. Pero yo adopto una posición más polisémica al entender una coalición como una expresión de un acuerdo entre dos o más fuerzas políticas para hacer cosas en común. Además, CiU presentó trazos característicos de una coalición normal de Gobierno, al poseer instrumentos de coordinación como el comité de enlace y otros de distribución del poder político.
P. Las agitaciones del tripartito de Maragall ¿son comparables a otros gobiernos de coalición?
R. El abecé de las coaliciones para mí requiere una serie de elementos. Primero que haya un equilibrio en la distribución del poder, sin hegemonías asfixiantes. Segundo, evitar la politización de la Administración e hinchar el número de altos cargos. Tercero, reglas claras de procedimiento, que es en lo que falló el tripartito, es decir, pautas de comportamiento regladas, órganos de coordinación, disciplina de los grupos parlamentarios, los partidos y el Gobierno. Y también hacen falta pautas de comunicación externa comunes, es decir, evitar la polifonía. Y aquí también falló el tripartito.
P. En su tesis mantiene que PSC y CiU son los partidos que presentan menos incompatibilidades a la hora de establecer pactos. Pero no ha sido así.
R. Por muchas razones derivada de los últimos siete u ocho años. En un momento determinado CiU opta por gobernar con el PP. Probablemente, la sociovergencia está más presente en determinados exponentes del empresariado catalán, para entendernos, en el despacho del presidente de La Caixa, que en las sedes de CiU o del PSC. Existen factores de tipo personal y generacional y, eso sí, los cálculos egoístas o partidistas de cada una de las formaciones.
P. En su libro, sostiene que ERC aprovechó al máximo la negociación-chantaje con el Gobierno de Maragall. ¿Ha sucedido lo mismo ahora con José Montilla?
R. La capacidad de chantaje es un término político, es decir, que una formación hace uso de su aritmética parlamentaria para presentarse a una negociación en mejores condiciones para obtener o maximizar sus beneficios. En 2003, ERC alcanzó una posición de privilegio para condicionar la mayoría de gobierno. Pero al final quien marcó la pauta e impuso su criterio en alguno de los episodios más críticos fue la mayoría del PSC y la posición de cualidad del presidente. Pero evidentemente, ERC obtuvo un rendimiento indiscutible de su posición de chantaje. Y en esta ocasión entiendo que también.
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