Entorno positivo

La economía española sigue amparada en la buena fortuna, según se deduce del informe de la OCDE sobre la zona euro publicado la pasada semana. La combinación de la reducción en el precio del petróleo y la confirmación de la recuperación de las principales economías de la eurozona permiten deducir que el crecimiento español seguirá siendo muy aceptable. La continuidad del primer factor puede reducir la transferencia de renta a los proveedores de crudo y suavizar el muy abultado déficit comercial, al tiempo que hacer lo propio con las tensiones inflacionistas, muy superiores a las de nuestros socios. Que Alemania, Francia e Italia, de forma particular, afiancen la recuperación apuntada en los últimos meses puede ser una valiosa contribución a que el PIB español siga creciendo en torno al 3%.

Las previsiones que ha hecho la OCDE sobre la eurozona van en esta línea. La inversión empresarial y el consumo de los hogares han repuntado; la tasa de paro ha caído por debajo del 8%, por primera vez desde 2001; la confianza de las empresas y de las familias avalan esa continuidad del crecimiento. La OCDE advierte que la necesaria intensificación del crecimiento de la eurozona, desde el todavía modesto 2,25% previsto para 2007, exige proseguir con las reformas en tres direcciones básicas: mayor flexibilidad del mercado de trabajo, intensificación de la competencia, especialmente en el todavía muy protegido sector servicios, y mayor integración y desarrollo de los mercados financieros.

El Banco Central Europeo no debiera obsesionarse con el análisis monetario a la hora de fijar los tipos de interés. Si además los Gobiernos asumen esas recomendaciones, esta reactivación no constituirá otro despegue en falso, y España resultará beneficiada. Con todo, para aprovechar mejor esos vientos favorables es preciso poner aquí algo de nuestra parte, fortaleciendo de forma prioritaria la dotación de capital basado en conocimiento, educación y tecnologías de la información.