I+D, ¿qué podemos esperar del futuro?
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado recientemente el gasto en Investigación y Desarrollo (I+D) de España en 2005: 10.197 millones de euros, un 1,13% del PIB. Entre los responsables de la política parece aumentar un cierto desánimo. A pesar de los crecientes recursos presupuestarios que se destinan a I+D los datos parecen responder a la tendencia de siempre.
Se ha dado tanta publicidad a las expectativas generadas por el discurso gubernamental, especialmente en torno a Ingenio 2010, que a veces pueden llevarnos a confundir los deseos con la realidad; ésta cambia lentamente y hay que contar con el tiempo de maduración de las crecientes inversiones públicas. Ya lo dijimos en 2005: "Paciencia con las estadísticas de I+D" (EL PAIS, 30-11-2005) y hay que volver a insistir. El gasto en I+D (que ha crecido un 14% respecto a 2004) refleja de forma rezagada el presupuesto de 2004 y, en menor medida, el de 2005, que crecieron un 10,3% y un 13,7% respectivamente.
La política de ciencia y tecnología adoptada es la adecuada para España, pero hay que recordar que sus efectos aún tardarán en reflejarse en las estadísticas; no es el momento de desesperar y desistir, sino de aunar más esfuerzos, de movilizar más actores para que el éxito que se vislumbra sea un éxito de todos.
Hay indicios de que el camino adoptado es el bueno. España es, desde 1995, de entre los países grandes de la Unión Europea el que más ha crecido en términos del porcentaje de esfuerzo sobre el PIB; España ha pasado de invertir un 0,79% del PIB, en 1995, a un 1,13% en 2005; en 10 años se ha aumentado un 0,34% del PIB la dedicación a la I+D. En el mismo periodo Francia y Reino Unido han reducido su esfuerzo; Italia -a la que ya superamos- pasó del 0,97% al 1,10%. Solamente Alemania ha demostrado un compromiso similar pasando del 2,19% al 2,51%. En el periodo considerado Estados Unidos y Japón tampoco han igualado el aumento del esfuerzo español; solamente Corea del Sur se equipara y nos aventaja ligeramente, puesto que pasó del 2,37% al 2,85% del PIB.
El mérito no es solamente del Gobierno actual, es el resultado de la movilización y del trabajo que comenzó con anterioridad y pertenece a toda la sociedad española, que poco a poco va cambiando su actitud ante la ciencia y la tecnología, empezando por sus empresarios, que entienden que para mejorar sus posiciones competitivas deben invertir en conocimiento. Pero el crecimiento entre 1995 y 2005 se hizo sin un gran esfuerzo financiero y presupuestario por parte de las Administraciones Públicas españolas. Desde 2005, las Administraciones Públicas han otorgado a la ciencia y la tecnología una gran prioridad en sus políticas de gasto y han hecho crecer sus presupuestos destinados a I+D de forma significativa. Por ejemplo, las Comunidades Autónomas (CC AA) en conjunto dedicaron, en 2005, casi 1.300 millones de euros a I+D, un 37% de aumento sobre el año anterior. La Administración General del Estado (AGE) ha presupuestado para 2007 algo más de 8.000 millones de euros para I+D, lo que es una cantidad extraordinaria.
El INE señaló que, con las tasas de crecimiento actuales (de 2005 respecto a 2004), se podría llegar al objetivo del 2% del PIB, en 2015; y es cierto. Sin embargo, no es previsible que crecimientos por encima del 25% nominal en 2006 y 2007 del gasto público (y la consiguiente movilización de recursos privados) permitan que las tasas de crecimiento interanual sigan a su ritmo tradicional.
Si el impacto del incremento del gasto presupuestario comienza a reflejarse en la estadística de 2006 (a publicar en diciembre de 2007) podremos esperar que los crecimiento nominales sean del orden del 20%. Si esto ocurre, aunque el crecimiento real del PIB se mantenga por encima del 3 %, habrá mejoras significativas en los indicadores. Según estimaciones realizas, para 2006, el gasto en I+D podría representar el 1,25% del PIB; los resultados más optimistas lo elevarían al 1,30%. Para 2007 se podría esperar que, con los efectos de los presupuestos de 2006 y 2007, se llegase al 1,45 % del PIB dedicado a I+D.
Es difícil que España pueda llegar al 2% del PIB dedicado a I+D en 2010, sin embargo no es imposible con la colaboración de todos. Alcanzar mayores tasas de crecimiento del esfuerzo nacional exige nuevos y mayores compromisos, no solamente del Gobierno nacional, sino también de los Gobiernos autonómicos. Concertar y cooperar entre la AGE y las CC AA es un requisito imprescindible para que, además de gastar más en I+D, se gaste mejor y se afronten las reformas pendientes.
Luis Sanz Menéndez es investigador del CSIC y director de la Unidad de Políticas Comparadas.
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