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MI AVENTURA | EL VIAJERO HABITUAL
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Témpanos como el más fino cristal

EL CALAFATE es una pequeña ciudad entre la cordillera y la llanura, a orillas del lago Argentino, en el corazón de la Patagonia, aunque representa la puerta de entrada al parque nacional de los Glaciares. Desde allí embarcamos hacia el glaciar Upsala, una de las grandes masas de hielo que vienen de la cordillera andina. Cuando apareció el primer bloque de hielo flotando en el agua hubo emoción en la cubierta y también algunos empujones para conseguir la mejor instantánea. Pero al rato estábamos navegando entre témpanos que flotaban sobre las aguas muy azules del lago, y el contraste de colores era a veces espectacular. Algunos bloques nos parecieron enormes, tan grandes como catedrales, con arcos y torres, y de un color blanco casi mágico. Otros eran pequeños y transparentes, y recordaban el más fino cristal. Pero los más impresionantes eran los de color azul, o los que alternaban el azul con el blanco.

Por fin pudimos ver el frente del glaciar. La distancia hacía perder la noción de escala, pues el frente de hielo tiene unos 60 metros de altura emergida y unos tres kilómetros de anchura. Al desembarcar subimos en vehículo todoterreno a la montaña. Primero atravesamos los bosques de lengas y ñires, las hayas del hemisferio sur, y más arriba, la vegetación había desaparecido casi por completo y sólo quedaban algunas plantitas en las grietas de las rocas. Por fin paramos en un lugar de alta montaña, lleno de rocas pulidas por el paso de antiguos hielos y algunas pequeñas lagunitas del deshielo, y el cóndor nos dio la bienvenida volando en círculos sobre el grupo. De repente, una explosión retumbó por las montañas, todos nos miramos asustados y la guía se sonrió: "Esto no es más que la caída de un enorme témpano, estamos casi sobre la pared del glaciar", nos dijo. Efectivamente, a unos cien metros nos encontramos un mirador natural donde se podía contemplar el glaciar deslizándose por las montañas, y su inmenso frente, los picos de la cordillera y el lago azul con motitas blancas y brillantes que no eran más que témpanos flotantes. Dejando la alta montaña volvimos a la Estancia Cristina, un auténtico parador patagónico construido originalmente por una familia de colonos ingleses a principios del siglo XX. Allí saboreamos el típico cordero asado, abierto en una sola pieza sobre las brasas.

Al atardecer volvimos en el barco a El Calafate. Al día siguiente tocaba visitar el glaciar Perito Moreno, el más conocido de todos los glaciares argentinos. En cambio, el glaciar Upsala está en retroceso, quizá debido al calentamiento global.

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