Emociones bajo tierra
Almería recupera para el turismo los refugios antiaéreos de la Guerra Civil
Almería inaugura hoy un viaje al túnel del tiempo. Un túnel literal, no figurado, y un tiempo no muy lejano: la guerra civil española. Tras 70 años en desuso la Concejalía de Turismo ha puesto en valor casi un kilómetro de los refugios antiaéreos que diseñó en 1937 el arquitecto Guillermo Langle. El urbanista hizo posible que se horadaran en el subsuelo de la capital 4,5 kilómetros de galerías con capacidad suficiente para albergar a la totalidad de la población existente en aquel momento: 40.000 almerienses. No en vano, 47 bocas de acceso se desparraman por diferentes puntos en la ciudad, muchos de ellos insospechados, cegados por edificios y que pasan inadvertidos para el ciudadano.
Guillermo Langle hizo 4,5 kilómetros de galerías en 1937 para acoger a toda la población almeriense
Desde hoy, la historia subterránea de esta ciudad formará parte de la memoria colectiva en un recorrido turístico por una de las galerías más importantes, la que sigue el eje de la calle principal de la ciudad, El Paseo, y desemboca en la plaza de Pablo Cazard.
Los refugios se construyeron en apenas un año de la misma forma en que se hacía una mina: con un armazón de madera de un metro de ancho sobre el que se realizaba el encofrado. Las galerías más anchas miden 2,20 metros. "Los refugios tienen una solidez dos o tres puntos por encima de lo que se construye hoy en día. Están a unos ocho metros por debajo de la vía urbana pero, a unos tres metros, existe una capa de roca viva de unos 60 centímetros que viene del Cerro de San Cristóbal. Vinieron arquitectos y aparejadores de toda Europa porque la manera de hacer estos refugios es única. Y Langle lo hizó así por el tipo de subsuelo que tenemos", explicó el concejal de Turismo, Miguel Cazorla, en la visita dedicada a los medios de comunicación.
Lo cierto es que Langle pensó en todo: en la ventilación con tubos de uralita de 100 milímetros de diámetro ubicados junto a las bocas y que resistiera el lanzamiento de granadas de mano; en la colocación de entrantes y salientes que evitara las avalanchas y, a su vez, hiciera de pantalla en caso de que estallasen granadas; en dos hilos de cobre que alimentaban las bombillas que iluminaban los refugios; y hasta en la instalación de un quirófano que evitara que los heridos tuvieran que jugarse el pellejo en suelo raso.
El proyecto de rehabilitación, dirigido por el arquitecto José Ángel Ferrer, realiza guiños a lo existente y a los materiales empleados a comienzos del siglo pasado valiéndose de una arquitectura contemporánea. El pabellón de entrada al circuito, por ejemplo, tiene en cuenta los restos arqueológicos existentes en el subsuelo junto a la Puerta de Purchena y el visitante puede contemplar un trozo de muralla medieval a través de un suelo de vidrio. "Ha habido intervenciones, muchas de ellas ocultas, pero que están ahí aunque no se ven y parezca que no se ha intervenido mucho. Hay que recordar que en los refugios, cuando entramos por primera vez hace un par de años, el fango nos llegaba hasta la cintura y las raíces de los árboles impedían el paso en algunos tramos de galerías", explicó Ferrer.
El Ayuntamiento de Almería ha querido que este entramado de galerías, adaptado totalmente a personas con discapacidad física y también a personas ciegas, se conozca en los folletos publicitarios con el sobrenombre de Refugios para la vida. "Aquí no se le preguntaba a nadie el color político para entrar. Ni se le pedía el carné de ningún sitio. Hemos sido respetuosos con unas ideas y con otras, con un concepto y con otro. Estos refugios fueron construidos para salvaguardar lo más preciado del ser humano: la vida. Eso es lo que queremos destacar en este viaje a la memoria y al tiempo", justificó el concejal de Turismo. Durante el primer mes de su apertura la visita a estas galerías llenas de historia será gratuita para vecinos y turistas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.