Ben Heppner acerca su Wagner sutil e italianizado a Madrid y Bilbao

No cree que para adentrarse en Richard Wagner haya que ser un superhombre: "Sí, de acuerdo, es difícil porque es largo y la orquesta es grande", asegura Ben Heppner, el tenor canadiense, "pero él era admirador de Bellini y creo que es mejor cantarlo de la manera más bella posible, más dentro del estilo italiano que de otra forma más germánica".

Hoy en el Teatro Real y el domingo en Bilbao, Heppner tendrá ocasión de demostrarlo, dirigido por el experto wagneriano Peter Schneider al frente de la Orquesta Titular de Teatro Real. Abordarán piezas de Lohengrin, Sigfrido y La valquiria, además de otros compositores como Massenet (El Cid) y Umberto Giordano (Andrea Chénier).

Su carrera ha sido de fondo. Desde su debut a finales de los años setenta ha sabido ir lento pero seguro. Tanto que, pese a haber triunfado en grandes papeles dramáticos como Lohengrin, Parsifal, Tristán o Fidelio y Otello, todavía, a sus 50 años, no ha abordado Sigfrido, que hará con Simon Rattle en Aix-en-Provence en 2008, ni Tannhauser, por ejemplo. "Mi éxito llegó a los diez años de carrera, tuve que esperar a alcanzar mi madurez vocal y personal para poder aguantar tanto tiempo", aseguraba ayer en el Real.

Madurez en todos los sentidos es una de las claves fundamentales en la ópera de hoy. Algo que no mostró Roberto Alagna, por ejemplo, el domingo en su espantada de la Scala. Heppner, buen colega, lo excusa. "Yo no sé cómo hubiese reaccionado".