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Reportaje:

Los héroes del barrio

Vecinos de la Barceloneta ayudan a 200 ancianos del distrito barcelonés

No tienen sueldo y trabajan silenciosamente. Son voluntarios del barrio marítimo barcelonés de la Barceloneta para ayudar a los ancianos del barrio. La mayoría reparten comida, realizan arreglos en las casas o hacen compañía a sus vecinos. Casi todos son jubilados. Agrupados dentro de la Asociación Barceloneta Alerta, han establecido una red solidaria que atiende a dos centenares de personas mayores en un barrio envejecido donde uno de cada cuatro habitantes supera los 65 años, escasean los ascensores en las casas y muchos ancianos carecen de recursos.

La asociación hizo sus pinitos hace tres años. Subvencionada por el Ayuntamiento, la Generalitat y la Diputación, lo que empezó de puntillas ha ido tomando cuerpo y quiere crecer. "En la Barceloneta hay entre 500 y 700 personas ancianas que o no tienen recursos o no se pueden valer solas. Gente de 90 y más años. Estamos atendiendo a más de 200 personas y queremos llegar a más gente", dice el presidente de la asociación y vecino del barrio, Josep Orts, que no oculta que el año pasado la entidad sufrió problemas económicos derivados de que algún miembro de la junta no justificó algunos gastos.

"Hay que ayudar y estamos para algo, ¿no?", dice Daniel, uno de los voluntarios que cuidan a mayores

José Montes es jubilado. Trabajó en el barrio en la constructora de buques Vulcano. "Hago pequeñas reparaciones. Pinto habitaciones, reparo lámparas, lavadoras, cambio fusibles y arreglo calentadores, un poco de todo. La mejor recompensa es la gratitud de los vecinos", dice. Hace un mes estuvo dos horas en casa de una vecina haciendo arreglos caseros y a los pocos días en otra. "Aquí hay mucha gente muy mayor. Por eso, es mejor cambiar las bañeras por platos de ducha, porque a veces no pueden entrar solos en las bañeras y, en cambio, en la ducha es más fácil", dice Montes.

Paco Jover también está jubilado. Se dedica a repartir alimentos para 32 personas mayores del barrio. Se encarga de almacenarlos en la iglesia evangélica ubicada en la calle Ginebra y luego los reparte casa por casa. "Hace días, una mujer mayor me dio un beso emocionada. Ésa es mi recompensa".

Daniel, que prefiere no dar su apellido, tiene 72 años y forma parte del grupo. Ha ido a cuidar a un matrimonio anciano porque la hija que los cuida habitualmente tiene que salir a hacer gestiones. "El hombre tiene 92 años y la mujer 87. Tenemos que ayudarnos. Estamos para algo, ¿no?".

La función de Paco Travería es avisar piso por piso a los vecinos que no tienen teléfono de que pueden ir a recoger comida. "Si, claro, todavía hay gente sin teléfono. Ya lo creo". A veces le toca subir muchos pisos, pero lleva alegría a los vecinos. "Les visito y les digo que pueden ir a recoger los alimentos a la iglesia evangélica". La misión de Jesús Martínez es acompañar a personas mayores a hacer gestiones. "Por ejemplo, a pedir una telealarma para los que están enfermos o quieren estar conectados con los servicios de salud o para solicitar una pensión contributiva, que de todo hay".

Los promotores de la asociación tienen más proyectos. "Nos gustaría hablar con los comerciantes y con los bancos. Aquí hay campo para seguir trabajando", dice María Eugenia Piola, técnica del proyecto. "Los comerciantes, por ejemplo, podrían hacer descuentos a los más necesitados a cambio de una etiqueta de solidaridad", dice Piola. "Y las cajas de ahorros dar microcréditos porque la tasa de morosidad de estas operaciones es muy baja", añade.

Josep, María Eugenia, Paco y Jesús, de la Asociación Barceloneta Alerta.
Josep, María Eugenia, Paco y Jesús, de la Asociación Barceloneta Alerta.GIANLUCA BATTISTA

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