Una semana de infarto
El general Augusto Pinochet ingresó en el hospital militar de Santiago el domingo 3 de diciembre, aquejado de un infarto de miocardio. Comenzó a sentir dolores estomacales y dificultades respiratorias en su domicilio, aunque nunca llegó a perder el conocimiento. En apenas siete minutos, una ambulancia lo trasladó al hospital. "Me han dicho los médicos que si hubiera tardado cinco minutos más hubiera muerto", dijo su hijo Marco Antonio, recordando que sus antecedentes de hipertensión, diabetes y problemas vasculares hubieran provocado una muerte segura.
Su estado se agravó en las siguientes horas, por un edema pulmonar que, según los médicos, lo pusieron al borde de la muerte. Su estado de salud fue crítico durante varias horas, en las que fue sometido a una angioplastia, que se concentró en la falla del músculo cardiaco, mientras le trataban con diuréticos el edema pulmonar por la acumulación de sangre en los pulmones.
La intervención, con anestesia local, consistió en la penetración de un catéter con preforma hasta la entrada de las coronarias.
Tras varias horas en la Unidad de Cuidados Intensivos, comenzó una recuperación que, pocos días después, le permitió salir de la UCI, empezar a tomar alimentos y dar paseos por la habitación.
La sorprendente recuperación del general, de 91 años, fue motivo de una polémica entre sectores de la oposición y los propios médicos del hospital, que escucharon acusaciones de "montaje" y sospechas por la rápida evolución del enfermo.
El infarto que llevó a Pinochet al hospital fue el mayor problema de salud en toda su vida.
"No estaríamos presentes aquí [en una conferencia de prensa], si hubiéramos creado un montaje", afirmó el miércoles el doctor Juan Ignacio Vergara, jefe del equipo médico, saliendo al paso de los rumores y sospechas que circulaban en Santiago sobre la rápida recuperación del enfermo.
El sábado, un comunicado del hospital señalaba: "El paciente ha evolucionado estable, su recuperación sigue siendo favorable". El informe añadió que Pinochet continuaría su tratamiento cardiovascular y seguiría hospitalizado en la sala de cuidados intermedios.
También el sábado, la hija mayor de Pinochet, Lucía, declaró que su padre permanecería en el hospital entre cinco y siete días más, y que tras su alta médica permanecería en Santiago. "Esto fue grande [el infarto de miocardio y el edema pulmonar], pero gracias a Dios se está recuperando", añadió la hija tras visitar a su padre en el centro médico.
El próximo informe sobre el estado de salud de Pinochet estaba previsto que se emitiera hoy lunes a las 10 de la mañana, hora local, según la página web del hospital.
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