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Furor por la desalinización

"Ahora mismo los españoles somos punteros en la desalinización por ósmosis inversa. En depuración ya hay empresas muy capacitadas en el mundo, pero para desalinizar nos llaman a nosotros", asegura complaciente Antonio Casado director de Cadagua. Las desalinizadoras fueron un recurso frente a la sequía del periodo 1992-1995 para abastecer las zonas turísticas del litoral mediterráneo. Con esta iniciativa y el programa Agua (alternativa al trasvase del Ebro) la desalinización proporcionará en 2008 casi 2.000 hectómetros cúbicos anuales de agua (0,60 euros el metro cúbico) para beber y regar cultivos con alto valor añadido en el sureste peninsular. En este caso mezclan el agua desalinizada con salobre porque la agricultura no soporta precios por encima de 0,354 euros el metro cúbico.

Con esta corta experiencia y el descenso del consumo energético (ha caído de 22 a 3 kWh el metro cúbico en menos de diez años), la ósmosis inversa se ha convertido en la punta de lanza para conquistar mercados exteriores. A las empresas españolas sólo se les ha escapado la desalinizadora de Ashkelon en Israel, la más grande del mundo, con una capacidad para generar 108 hectómetros cúbicos anuales de agua potable, que ha ido a manos de la francesa Veolia.

Argelia ha adjudicado a empresas españolas todas las grandes desalinizadoras que suministrarán agua potable a sus ciudades costeras. En casi todos los casos se trata de uniones temporales en las que participan al 50% los equipos técnicos como "si se tratara de una sociedad única", afirma un directivo. Fuera de este caso se han lanzado en solitario a instalar desalinizadoras en Estados Unidos, México, América del Sur, el norte de África, Turquía y, sobre todo, India y China. La fórmula recurrente es asumir el coste de la financiación, diseñar y construir la planta, operarla y transferirla a los 25 años.

Esta modalidad, denominada BOT (Build, Operate and Transfer) permite en países de cierto riesgo evitar convertirse en el blanco de críticas asociadas a los precios del agua cuya fijación depende de terceros. "Es imprescindible que el banco crea en ti y que vigile el proyecto", apunta Manuel Bueno, consejero delegado de Sadyt (Sacyr), partidario de una ley concesional de aguas.

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