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Reportaje:

El viaje hacia el Nobel

Muhammad Yunus, el banquero de los pobres, viaja a Oslo acompañado por nueve beneficiarias

Taslima Begum llegó ayer a Dhaka, capital de Bangladesh, para emprender el viaje más importante de su vida: el camino hacia el Nobel de la Paz. Su marido ha comprado un televisor. "Quiere verme en directo", comenta orgullosa, entre risas, mientras se tapa la cara con el borka (velo) avergonzada de su alegría. Vestida con un sari para la ocasión mira alrededor y confiesa que la distancia más larga que había recorrido hasta ahora son los 295 kilómetros que separan su aldea, en la zona de Rajshahi, de la calurosa capital bengalí.

Con ella, viajan otras ocho mujeres (ocho musulmanas, entre las que se encuentra Taslima, y una hindú). Pertenecen al Consejo Directivo del banco Grameen, creado por Muhammad Yunus hace 30 añosy que ha sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz conjuntamente con Yunus, inventor del micrócrédito del que ellas vienen siendo sido beneficiarias. Ninguna de ellas ha viajado nunca en avión.

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Desde las 9.30 de la mañana la torre del Banco de los pobres, como se conoce al edificio de 21 pisos donde tiene su sede el Grameen, se convirtió ayer en un hormiguero de gente que entraba y salía. Los equipajes se amontonaban en el primer piso. Con Yunus viajan 77 personas más, entre las que se encuentran el Consejo Directivo y oficiales del banco, la familia del nuevo Premio Nobel de la Paz y el grupo de baile Nrityanchal, uno de los más importantes de Bangladesh.

Cuando fue informado del galardón, Yunus prometió que compartiría el premio con los 6,7 millones de pobres bengalíes que han recibido préstamos de su banco, el 97% de los cuales son mujeres. Hoy viaja con parte de ellas para recibir el galardón en Oslo, el domingo, que premia esta fórmula que ha sacado de la pobreza a millones de personas.

Taslima, por ejemplo, se convirtió en miembro del Grameen hace 14 años, al lograr un crédito de 1.500 taka (alrededor de 20 euros). Ahora es propietaria de un taxi y una finca de mangos. Taslima tiene una gran curiosidad sobre Noruega: "Quiero ver cómo vive la gente pobre de allí, cómo son, si hay pobres", dice.

Su compañera de viaje Hasna Begun, del distrito de Bogra (a 225 kilómetros de Dhaka), lleva la foto de su único hijo de 23 años y su Nurani Namaj Shikkha (libro islámico para la enseñanza de la oración). "Al principio los fundamentalistas de nuestra aldea nos pusieron muchos obstáculos. Nos decían que si aceptábamos dinero del banco Grameen nos convertiríamos en cristianas", cuenta. Y añade: "Ahora somos fuertes y ven que es bueno lo que hace Yunus".

Hasina Akter, del distrito de Chittagong, ciudad de Yunus (a unos 280 kilómetros de Dhaka), también tiene miedo a volar. Lo único que sabe de Oslo es que "hace mucho frío". Cliente del banco desde hace 18 años, nunca soñó con pertenecer al Consejo Directivo, cargo que ocupará los próximos tres años. "Este viaje me hace sentir más segura como mujer que puede decidir su vida", explica. Y es que Hasina decidió divorciarse hace seis años, en una sociedad musulmana donde es el hombre quien generalmente toma esa iniciativa. "Mi marido me pegaba, me maltrataba y llegó a amenazarme de muerte porque mi familia no le había pagado la dote, de 50.000 taka (alrededor de 450 euros). En las zonas rurales de Bangladesh una familia con tres hijos vive con dos euros al día. Quizás porque ahora es una empresaria, gracias al programa de microcréditos del banco Grameen, la comunidad de Hasina y su familia han apoyado su decisión de separarse.

Emocionadas, las nueve mujeres, suben a uno de los tres autobuses alquilados para llevar a toda la comitiva hacia el aeropuerto de la ciudad, Zia Internacional (Yunus viaja en el primero de la fila). Taslima se despide de su hermano, que la ha acompañado hasta Dhaka. Emocionada, está a punto de llorar. "Lo que siento no lo puedo describir. Es excitante, emocionante, a la vez, miedo y orgullo", dice.

Al llegar al aeropuerto comparten la espera con Yunus. "Es nuestro ángel, que Alá le de larga vida", suelen decir de él.

¿Y después del premio, qué? "Lo que queremos es que nuestros hijos no sean miembros del banco Grameen, que no lo necesiten, ése es el nuevo reto", dice Asma Begum.

Estas clientes con poder de decisión, a pesar de que la mayoría no fueron a la escuela, coinciden con lo que Yunus considera el "nuevo reto" para el banco y que, pocas horas antes, había subrayado en su oficina al atender la visita de 24 españoles acompañados por la Fundación Latino Grameen: "Lo más importante ahora es prestarle atención a la segunda generación, los hijos de nuestros miembros. Mientras sus padres eran analfabetos ellos han tenido la oportunidad de ir a la escuela y desde el banco se les anima a seguir estudiando". En la actualidad, el banco Grameen ha concedido 13.000 créditos con los que se han formado los hijos de los miembros del banco como doctores, ingenieros y otras profesiones.

Poco antes de subir al avión, Yunus recordó que "este premio pertenece a las 6,7 millones de prestatarias y a Bangladesh. "Es la primera vez que se vincula la paz con la erradicación de la pobreza, algo que veníamos subrayando desde hace mucho. Igual ahora se nos preste más atención y para el 2050 la pobreza pueda ser colocada en un museo", concluyó.

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