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Entrevista:Estrella Rodríguez Pardo | Responsable estatal de Integración de los Inmigrantes | Sin 'papeles' en Madrid

"Esto sólo es un lugar de paso para ellos"

Estrella Rodríguez Pardo, nacida hace 48 años en Valladolid, es licenciada en Derecho y cuenta con una carrera de tres lustros vinculada a la Cruz Roja. Desde su cargo como directora general de Integración de los Inmigrantes del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, diseñó y puso en marcha en 2005 el plan de acogida de subsaharianos en la Península.

Pregunta. ¿Cuáles son los objetivos del programa de acogida?

Respuesta. Darles una atención digna mientras contactan con sus redes de apoyo y se sitúan en la Península. Se trata de no dejar a la gente en la calle, en la indigencia. Estos casi dos años de vigencia del programa han sido muy positivos. Hemos trabajado juntas entre las administraciones y con las asociaciones, y esto ha permitido dar una respuesta humanitaria sin precedentes.

"Éste no es un programa de integración, sino de acogida humanitaria. Se fijan estancias de dos semanas, pero los inmigrantes están tres, cinco días"
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P. La Comunidad de Madrid se queja periódicamente de la presión migratoria que sufre la región. ¿Existe tal presión?

R. Si nos referimos a la atracción migratoria, porque aquí hay trabajo, eso es otra cosa. Pero por motivo de los traslados [desde Canarias] no hay más presión. Antes de este programa, la Comunidad de Madrid se enteraba de los traslados sólo si había algún conflicto o surgía un asentamiento en la ciudad. Hoy se les notifican las llegadas y el programa se aplica con transparencia.

P. ¿Por qué llegan más a Madrid que a otras comunidades?

R. No es así exactamente. Madrid, por su situación, permite el traslado de los que acogen otras regiones. Madrid no puede contabilizar como propios los inmigrantes que llegan aquí porque están de paso. No se debe crear alarma en torno a la inmigración irregular porque se desvía el debate de lo principal: la integración. La inmigración está siendo una revolución para el crecimiento del PIB y la demografía. Como sociedad deberíamos pensar en cómo acoger la inmigración de forma natural y sin traumas. Sin embargo, el debate se focaliza en la llegada de irregulares, que es dramática y tenemos que solucionar, pero ésa no es la esencia.

P. ¿Cuánto cuesta el programa de acogida?

R. El coste se calcula por plaza ocupada. Se ha fijado un coste orientativo de 30 euros por plaza y día en un periodo de 15 días, pero si alguna persona se pone enferma o es vulnerable por algún motivo, se puede alargar la estancia.

P. La Asociación Karibu de atención a inmigrantes dice que no colabora con ustedes porque en tres días de estancia en un centro no se puede trabajar por la integración.

R. Éste no es un programa de integración, sino de acogida humanitaria. Se fijan estancias de dos semanas, pero la realidad es que suelen estar tres, cinco días. Una vez que se reponen, [los inmigrantes] se van buscando sus redes de apoyo, no se les echa del programa. Para trabajar la integración tendríamos que estar trabajando otras situaciones, y no hay que olvidar que son personas con una orden de expulsión en el bolso. Además, asociaciones como Karibu acogen, ayudan y orientan a los inmigrantes aun sin estar en el programa. ¿Por qué ahora que esto se hace canalizado por el Gobierno dicen que es insuficiente? Aquí hay una contradicción.

P. ¿Qué vida espera a estos subsaharianos con orden de expulsión en firme cuando el Gobierno no cesa de repetir que no habrá más regularizaciones?

R. La vida en nuestro país con una orden de expulsión es difícil, muy difícil. Los inmigrantes pueden acabar en manos de explotadores sin escrúpulos o incluso malviviendo en la calle. Es importante que se sepa que ésta no es la vía de entrada en España. Otra cosa es que frenemos un posible deterioro social con la primera acogida y la verificación por parte de las ONG de que el contacto de los inmigrantes es válido.

P. Una parte de la sociedad cree que es incongruente ayudar a estos inmigrantes a los que, por otro lado, se les da una orden de expulsión. ¿Se trata de un mensaje contradictorio?

R. Somos una sociedad moderna y avanzada. Aunque el mensaje es de firmeza en cuanto a que hay que venir por los cauces legales porque es bueno para la sociedad y para el inmigrante, en paralelo no se puede dejar a nadie en el centro de Madrid sin ningún tipo de apoyo. Una cosa no está reñida con la otra.

La hipoteca de Cheikh

"Dígales a los jóvenes españoles que no hemos venido aquí para robar. Sólo vamos a trabajar duro para ganar algo de dinero con el que alimentar a nuestras familias en Senegal. Ustedes deben saber que no hemos arriesgado nuestra vida para hacer el mal aquí". Habla Cheikh Tidiam Leye, de 22 años, acogido por la Cruz Roja en Madrid tras su paso por un centro de internamiento de Canarias.

Cheikh, vestido con un traje nuevo que le va pequeño, cuenta en un francés correcto que no hace ni dos meses se dedicaba a desalar pescado. Con cuatro hermanos, "todos muy pobres", la emigración no era opción sino obligación. Un buen día se embarcó en un cayuco con destino a Canarias pero a costa de dejar una carga enorme a su familia. El mafioso que le vendió el pasaje a El Hierro cobraba 400.000 francos (609 euros) por el viaje. Como la familia sólo tenía la mitad, Cheikh deberá pagar el resto antes de dos meses si no quiere que el tipo se quede con su casa. Una hipoteca pesa sobre este hombre que quizá, ahora, esté ya en Murcia, donde le espera un paisano y un trabajo.

"¿Pero ¿eres tú, eres tú, eres tú?", repitió el padre de Cheikh cuando hace dos semanas el joven pudo por fin llamar a Senegal. "Papá me creía muerto en el río", explica él emocionado, refiriéndose al mar.

Siente una alegría tan grande por haber llegado, por no haber sido repatriado, que sólo se preocupa cuando se le dice que el papel que le dieron en un juzgado canario no es un permiso de trabajo, sino una orden de expulsión en firme.

Ruta Barcelona-Milán

Barcelona es punto de partida de una ruta con destino Milán utilizada por un grupo organizado que envía a inmigrantes senegaleses a trabajar a Italia, según reveló este diario el pasado 24 de octubre. Decenas de extranjeros toman el tren nocturno en Barcelona y en Italia son distribuidos por varios países europeos. Las ONG que asumen el cuidado de los subsaharianos en Madrid aseguran que no tenían noticia de esta trama antes de hacerse pública.

Cuando los inmigrantes quieren abandonar los centros de primera acogida de la capital, las ONG les compran el billete hacia el lugar elegido y les proporcionan un dinero de bolsillo, unos 30 euros. Ahí termina el programa acordado con el Ministerio de Trabajo y la vinculación directa con los beneficiarios. Pero todas las asociaciones informan a estas personas de los recursos con los que pueden contar en otras partes de España y tratan de hacer un seguimiento de la suerte que corren.

En Accem apuntan que, en función de los datos de que disponen, ninguno de los inmigrantes que han atendido ha salido del país. La organización lleva cuenta de las personas que ha acogido luego de su partida "para comprobar si necesitan algo, y hasta ahora no se ha visto que ninguno se haya ido fuera", asegura una portavoz.

CEAR también apoya a los subsaharianos cuando salen del programa de primera acogida, "y algunos se convierten en usuarios de la organización", subrayan en la ONG. No tienen constancia de que hayan salido de España los que ya no mantienen el contacto.

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